Te lo advertí

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-¡Sueltame!- le gritó Paula intentando zafarse de su agarre, pero el joven solo la pegó mas a su pecho, aún sonriendo con malicia.

-Tu no me dices que hacer, mucho menos en mi territorio- soltó soberbio. La chica se zarandeó con fuerza logrando así soltarse, pero antes de que ella pudiera salir corriendo, él volvió a tomarla del brazo- No vengas mas por aquí, puedes meterte en problemas, florecita.

Paula muy poco se asustaba cuando le hacían ese tipo de amenazas, pues no era la primera vez que le pasaba. Además, los ojos del joven que tenia frente a ella, lo que menos destilaban en en ese momento, era maldad.

Soltó una carcajada zafándose nuevamente y acomodando el filo de su vestido un poco levantado por el ajetreo.

-Tu, a mi tampoco me dices que hacer, mucho menos a donde ir, idiota- dijo fulminándolo con la mirada.

-No digas que no te lo advertí - soltó enojado. Sus amigos ya le habían puesto el ojo, y no era precisamente para algo bueno, Rick pasó todo el rato viéndola bailar, allí sola, pensando en como acercarse y decirle que no se apareciera más por ese lugar, no era la primera vez que la veía, de hecho ya sabia todo de su vida, sus amigos la habían averiguado hasta el número de pasaporte, pero era obvio que no podía llega y contarle todos los planes que tenían para ella, primero no le iba a creer y segundo lo tomaría por loco. Así que optó por hacerse el dueño del territorio. Aunque al final, no le había hecho el mas mínimo caso.

El dio un paso al frente para tomarla de nuevo y contarle de una buena vez, pero al ver sus intenciones, Paula retrocedió rápidamente perdiéndose entre la multitud de personas que bailaban al ritmo de la música.

Llegó a la barra, donde ya se encontraba su amiga besuqueandose con el muchacho que había ido a bailar hace un rato. De pronto, sintió unas ganas terribles de irse, de estar acurrucada en su cama y poder llorar todo lo que restaba de la noche.

Tocó el hombro de Lucia, para llamar su atención, la pelinegra se separó del chico avergonzada y enfocó su mirada en Paula. Vio sus ojos llorosos y se acercó hasta ella con preocupación.

-¿Qué pasa Pau?- preguntó fuerte, sobre el ruido que llenaban las paredes del local.
-Quiero irme- su tono de voz era bajo y quebrado.

Lucia volteo a ver al chico que la esperaba, cabizbaja porque debía irse aunque quisiera quedarse con él, pero su amiga la necesitaba y eso era mucho más importante que alguien que apenas acababa de conocer. Regresó la vista hacia ella.

-Dame un minuto para despedirme ¿si?

Ella, no quería arruinar la noche de su amiga, por lo que pensó rápidamente en tomar un taxi.

-Si quieres quedate, yo tomaré un taxi- dijo rápidamente.

-No quiero dejarte sola, se que no es fácil lo que estás pasando.

Tomó las manos de su mejor amiga, viéndola a punto de caer y llorar desconsoladamente.

-No te preocupes por mi, en realidad
...- parpadeó varias veces en un intento de no soltar las lágrimas- solo quiero estar sola, dejar ir este dolor y volver a ser yo.

-¿Estas segura Pau?- preguntó, no muy convencida.

-Muy segura.

Lucia divagó unos segundos, pensando en que hacer, tampoco dejaría que su amiga se fuera en un taxi, a tan altas horas de la noche y menos en un lugar no tan seguro, siendo aquellas las calles de uno de los países mas peligrosos del mundo.

-Le pediré que me lleve y tu llevate mi auto, no quiero que tomes un taxi- registró su pequeño bolso, sacó las llaves y se las entregó- por favor, avísame al llegar a tu casa Pau.

-Tranquila, prometo avisarte.

Sin más, la castaña salió de aquel lugar con un nudo en la garganta, con el pecho comprimido y sus ojos a punto de estallar. Aún no entendía que estaba mal con ella, como para que su novio la haya engañado de aquella forma. Creía que en su relación, estaba todo bien.

Al llegar al estacionamiento, un par de gotas cayeron en su rostro. Empezaba a llover.

Buscó con mayor rapidez el auto, pero no lo encontraba, habían demasiados vehículos y la oscuridad no ayudaba.

Escuchó unas cuantas voces y se relajó sin buscar de donde provenían, pues creyó que el estacionamiento estaba desértico y eso lo hacia más peligroso.

Siguió en la búsquedas hasta que lo divisó entre otros dos autos, uno negro del lado izquierdo y otro rojo, del lado derecho.

Corrió hasta allí para evitar seguir mojándose con la garúa. Abrió el auto y entró respirando con dificultad y creyéndose a salvo, hasta que sintió un golpe desesperado en su ventana y percibió que la persona causante del ruido llevaba un arma.

Sintió su piel erizarse y su cuerpo congelarse. El miedo que recorría sus venas, no la dejaron actuar con rapidez, ni intentar escapar de allí.

-¡Abre la maldita puerta!- gritó el encapuchado al otro lado del vidrio. Paula, simplemente no reaccionaba- ¡Que abras la maldita puerta si no quieres que te vuele la cabeza!

Parpadeó varias veces, en estado de shock, sin estar consciente de lo que estaba sucediendo, sin escuchar lo que ese tipo decía. Sus ojos solo estaban fijos en el arma que apuntaba prácticamente a su cabeza.

De repente un estallido y el montón de pedacitos de vidrios cayendo sobre su cuerpo, la hicieron reaccionar.

-Te lo advertí, puta.










Hola mis queridas lectoras, empezaré a publicar los capítulos de esta nueva historia.

Después de varios días dándole vueltas al nombre y a la portada, ha quedado así.

Entre Cadenas, espero les guste y me apoyen con una estrella y sus comentarios.

No me he olvidado del final de Tarifa Exclusiva.

Las quiero, besitos.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Aug 09, 2016 ⏰

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