Sólo recuerdo un gran impacto, gritos, llantos y sangre. Luego todo quedó borroso.

A siete días de aquel suceso que había marcado mi vida decidí seguir adelante, si bien aquello se había llevado la mitad de mi, no era razón para caer en un pozo del que después no podría salir.

Cada día que pasaba recordaba aquella imagen de mi madre con su cabeza sobre el volante con la mirada perdida cubierta de sangre y los paramédicos gritando -"no respira"- luego todo se tornaba negro.

- Niall, salimos en una hora - informó mi abuela entrando a la habitación.
Me iría a vivir con ella a más de cuatrocientos kilómetros de la ciudad debido a que ya no tenía familia en este lugar.
Mi madre se había venido a vivir aquí con mi padre, quien después de enterarse de su embarazo la votó a su suerte pero ya era tarde para regresar.
Seguro sería muy aburrido vivir con ella, pero ¿Qué otra opción tenía? ¿Ir a un hogar? No lo creo, los hogares aquí son muy mal vistos, personas que salen de allí al cumplir la mayoría de edad dicen que es una cárcel en la que te obligan a hacer de todo o te castigan, vives una vida de adulto siendo apenas un niño.

Además no extrañaría a nadie, la gente de aquí no me simpatizaba razón por la que no tenía amigos. Solían hablar a mis espaldas sobre la relación de mis padres y eso me molestaba.

De un movimiento quite las sábanas que cubrían mi cuerpo, con extrema pereza me puse de pie. Refregue mis ojos con los dedos y salí de la habitación recorriendo el pasillo camino al baño. Al adentrarme en el lugar lave mi cara y cepille mis dientes. Era muy temprano y los ojos se me cerraban debido a la agotadora semana que transcurría.
Volví hacia la habitación y me puse un par de championes negros combinando con el pantalón rasgado que llevaba; allí estaba mi abuela con dos grandes cajas que contenían en su interior mis pertenencias, le brinde mi ayuda. Cada caja que levantaba era un recuerdo de mi madre, de su esfuerzo para darme cada cosa que tenía, era una mujer grandiosa.
Las cargamos en el auto.

- Están todas hijo - me dijo con una enorme sonrisa en su rostro intentando ocultar su dolor. Estaba igual de dolida que yo por su muerte, era su única hija mujer y quizás creía que si la hubiese ayudado más el destino sería otro. Pero no era su culpa, las cosas pasan por algo, aunque nos duelan y nos hagan perder el sentido.

Cogí unas frutas que estaban sobre la mesa, el viaje sería largo y necesitaríamos algo con qué alimentarnos. Bajamos la llave general de la casa ya que nadie habitaría ese lugar por un par de años hasta que tuviera el valor necesario para volver.

- Esta será una nueva experiencia, ya verás. - asentí y nos montamos en su auto. Por la ventanilla del mismo visualice una última vez lo único que me quedaba de mi madre, su casa. Me daba mucho pesar abandonar algo por lo que trabajó tanto y logró construir de a poquito, pero sería lo mejor.

No era una despedida, era un hasta pronto.

Varias horas de viaje después llegamos a la ciudad natal de mi madre. Mi abuela condujo unos cuantos minutos más mientras yo observaba todo, nunca había ido allí y me parecía impresionante cada edificio de ese lugar con sus murales pintados, el toque de originalidad en cada edificio.

- Aquí es, Bienvenido a casa Niall - frenó el auto y apoyo su mano sobre mi hombro. Sería un nuevo comienzo, y tendría la posibilidad de convivir y conocer más a mi abuela, no todo era malo.

Era una hermosa casa de doble piso con paredes blancas y un enorme jardín donde abundaban las flores de variados colores. Bajamos del auto y dos grandes perros nos recibieron.
Mi abuela me mostró cada esquina de la estancia y me asignó un cuarto, el que antiguamente era de mi madre. Sus fotos aún colgaban de la pared y en un placard había unas cuantas cosas suyas, entre ellas un diario al que me dispuse a leer más tarde, violaria su privacidad, pero sentía una necesidad inmensa de saber que cosas ocupaban esas páginas.
Suspire al estar en ese lugar y mordi mi labio inferior, estaba todo tal cual.

*

Hotel California versión inglés comenzó a sonar en la radio a un volumen muy alto lo cual hizo que despertara.

- ¡Abuela! - grité parandome de la cama y bajando las escaleras.

- ¡Buen día! - gritó mientras bailaba con la escoba al compás de la música.

- ¿Qué haces? - reí negando con la cabeza. Me equivocaba, podía ser muy divertida a veces.

- Bailo - respondió bajando una ceja sin perder el ritmo.
Reímos juntos.
Sobre la elegante mesa antigua había un sin fin de bocados que me apetecía, me senté y comencé a probar cada uno de ellos.
Ya con el estómago a punto de reventar subí las escaleras y me dirigí al baño, el cuerpo me pesaba y el sueño se hacía presente.
No podía dormir ahora, cuando me levantaba ya no me gustaba volver a acostarme. Desvestí mi cuerpo y me metí en la bañera, deje que el agua fria helara mi cuerpo y me hiciera reaccionar, le hacía coro a Michael Jackson que sonaba en la radio con la canción They Don't Care About Us. Minutos más tarde envolvi la parte inferior de mi cuerpo con una toalla y fui a mi habitación.
Los rayos del sol se filtraban por la ventana y hacían que la vista fuese aún mejor.

- ¿Puedo ir al parque de aquí a la vuelta? - Indiqué con las manos recordando el inmenso y hermoso parque que habia cruzado el dia anterior mientras veníamos en camino. Amaba leer en la mañana cuando los rayos del sol estaban serenos y no quería perder ese fragmento de la rutina.

- ¡Claro! Ve, diviértete - gritó para que la pudiera escuchar sobre la música.

Besé su mejilla y salí de la casa con los auriculares puestos y un libro en la mano, últimamente estaba leyendo mucho a John Green y ese dia no era la excepción. Sonaron tres canciones hasta llegar al destino, era un gran espacio verde donde habian muchos perros corríendo de un lado a otro, las personas se ejercitaban y otros como yo, iban a leer porque el lugar a pesar de todo, transmitía paz.
Los pajarillos cantaban y el sin fin de árboles y plantas hacían el lugar aún más bello.
Busqué con la mirada un banco en el que instalarme, pero ninguno estaba libre, así que decidí leer mientras caminaba. Me puse los lentes de descanso que colgaban de mi remera blanca y abrí el libro, su olor invadió mis fosas nasales y me hizo respirar captando un poco más de su aroma.

Iba en la centésima página considerando que ya lo había empezado, cuando choque con alguien. Caí al suelo desparramando mi libro, los lentes, el celular y las demas cosas que portaba por el lugar y el accidente en el cual perdió la vida mi ser más preciado vino a mi mente.
Todo fue muy rápido.

- Perdona - levanté la mirada y me disculpe estirando mi mano para brindar ayuda al otro chico que también había caído. - No te vi - agregué.

- Es obvio vas caminando con ese libresucho sin ver por donde andas- me miró con indiferencia y lo observe. Era un moreno de largas pestañas y cabello desordenado con un pantalón deportivo gris y una remera negra. En sus brazos pude notar varios y extraños tatuajes, me quedé contemplandolos creando mis propias teorías sobre sus significados.

- ¿Qué me miras? ¿te gusto? - fruncio el ceño y un par de amigos que venían tras él rieron.

- Imbécil - mascullé entre dientes ¿Quien se cree que es? El moreno me dio un pequeño empujón con su hombro a propósito y se fue. Pude ver como su silueta se perdía en la inmensidad del parque.
El odio a primera vista si existía y lo estaba experimentando en ese momento.

HateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora