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—Y aquí es donde vas a dormir esta noche —dijo Mike mientras terminaba de acomodar un par de mantas en el piso y entre medio de unas polvorientas cajas. Hablaba con un entusiasmo algo fingido, todo sea para pretender que todo iba en orden.

Eleven, que estaba justo detrás suyo, observando como se arrodillaba para extender aún más las mantas con apuro, permaneció sin decir palabra alguna. Miraba con cierto disgusto su nueva "cama"

—Claro que... era mejor el otro refugio, ¿No? —Soltó el chico al notar la transparente expresión de su amiga.—Lamento que mi madre haya bajado y desarmado el que tenías, la verdad ella nunca suele venir aquí...— Eleven seguía callada —Pero, ¿Sabes? Puedo reconstruirlo, será igual que el otro refugio ¡Incluso tendrá más almohadas! —Exclamó eufórico ante la idea, aseguraba que podía superarse a sí y a ese ricón del sótano cubierto por mantas viejas.— Eso si... ¿Puedo hacerlo mañana? Hoy estoy algo cansado y la verdad no--

—Mike —la chica interfirío a tanta palabrería, consideraba que iba en vano dar explicaciones. Tratandose de Mike, sabía que no la decepcionaría. O al menos eso trataba de creer.—Esta bien.

—Eh, ¿Si? B-bueno —titubeó sin querer ante los nervios, Eleven se había acercado mas de lo normal, es decir, estaba perfectamete al lado suyo apoyando su mano sobre su hombro izquierdo. Volteó ligeramente la mirada chocandola con la contraria y permanecierón en silencio quién sabe por cuanto tiempo.

Era tan asombroso, tan intrigante, tan contradictorio. Las miradas de Eleven siempre decían algo, desde el más grande grito de socorro hasta la mas irrelevante petición de saciar su curiosidad con algún objeto cotidiano, sus ojos decían mucho más de lo que ella podía manejar y eso era lo que tanto mantenía al menor alerta. En ese par de orbes de podía dislumbrar su desesperado deseo de libertad, el manojo de cuerdas enredadas que era su cabeza el cual parecía no tener ni principio ni final, el enojo que albergaba dentro de sí y tal parece lograba mezclarse a la perfección con su miedo, el cual se hayaba en lo más profundo de ese espacio en negro pero que al mismo tiempo conseguía pasar por encima de todo lo anterior.

Miedo a los malos, miedo a Papa, miedo a lo desconocido, miedo a la gente del pueblo, miedo a los truenos, miedo a la bestia, miedo al otro lado, miedo a sus poderes, miedo a sí misma.

Sobre todo a sí misma.

—¿El? —Mike pareció captar algo. Era como si durante ese silencio, durante ese choque de miradas hubiera alcanzado a obtener otra parte de la chica, otro pedazo de su confianza. Poco a poco reunía los trozos y los iba rearmando, sin ser completamente consiente de ello por supuesto. No sabía con exactitud que es lo que veía, pero lo algo podía divizar más allá del miedo y la confusión, y estaba dispuesto a obtener eso que tanto llamaba su atención.

La chica bajó la mirada y se encaminó al rincón cubierto de mantas, soltó un ligero bostezo y se cubrió hasta los hombros luego de recostarse. Mike la siguío con la mirada y se contagió de aquel bostezo.

—Bien, creo que debería ir a dormir, ya es tarde —musitó entre medio de aquel bostezo.—Hasta mañana, El.

Luego de subir un par de escalones sintió que algo no iba bien, era solo un presentimiento, algo ligero que no cuadraba pero que aún así bastó para hacer que girase la mirada una última vez hacia atrás. Eleven se removió inquieta, reincorporandose nuevamente, sentada abrazando sus rodillas, la chica alzó la mirada y se topó con Mike, quién la observaba aún a mitad de las escaleras, no comprendía. Entrecerró los ojos, afinando la mirada, ¿Acaso era una lágrima lo que recorría por las mejillas de El?

Definitivamente, El estaba llorando. No podía irse.

Bajó con pasos torpes y apresurados los cuatro o cinco escalones que había subido y se encaminó con timidez los pocos metros que los separaban. La chica seguía algo distante con su mirada clavada en algún punto fijo, pensando o más bien recordando quién sabe qué.

Michael prosiguió hasta sentarse a su lado y captar su atención con un ligero golpecito en sus hombros.

—Tengo frio.—La oyó decir, aunque fue tan repentino que permaneció procesando aquello durante unos segundos hasta que se movió, había una chaqueta de cuero marrón junto a una silla, Mike la trajo rápidamente y se la extendió antes de volver a sentarse a un costado.

Ella jugaba apretando sus dedos, nerviosa. Él le iba a preguntar cúal era el problema, pero no pasó mucho tiempo hasta que lo supo, la lluvía se largó con todo su poder y comenzó a resonar en medio de aquel silencio entre esas cuatro paredes. Mike hubiese hecho un comentario acerca de lo extraño que era ver una lluvía así en esa epoca del año, sin embargo ignoró el obvio comentario, habían cosas mucho más extrañas y de las cuales estaba siendo presente.

Eleven dio un pequeño salto al oir el primer trueno. Fue fuerte, demasiado fuerte, de esos que parecieran tener el poder de atravezar el cielo y quebrantarlo en mil pedazos. Vamos, hasta Mike se asustó al escuchar semejante estruendo de la naturaleza.

El menor hizo el amague de querer rodearla con su brazo derecho, pero terminó arrepintiendose por la pena que le daba imaginarse tal escena. Sería como un abrazo, y los abrazos eran vergonzosos, mas si se los dabas a una chica. Y no cualquier chica, una chica linda y única. ¿No es así?

—¿Sigues teniendo frio? —Cuestionó como para despejar un poco su mente de esos pensamientos bochornosos.

Eleven negó con la cabeza, y luego desvió la mirada hacia algo que la distrajo.

Michael la siguío curioso, estaba viendo un par de figuras que había en la caja de juguetes.

—¿Te gustan las muñecas? —Volvió a preguntar, pero ella lo miró con una ceja en alto. —Las muñecas, son como figuras de princesas y esas cosas.—Intentó explicar con palabras pero fue en vano, mejor sería que lo viera por sí misma—Nancy tiene muchas, claro que ya no las usa. —terminó de aclarar cuando fue en busca de la dichosa caja llena de muñecas y otros juguetes con los que se solía divertir cuando tenía como ocho años.

Eleven se inclinó para sacar algo de lo que había allí, rebuscando entre la variedad juguetes logró sacar una finalmente.

—Bien, ¿Te quedas con la princesa? Yo seguiré buscando, creo que tengo una tortuga ninja por aquí.

Ni siquiera el pelinegro sabía muy bien por qué se mostraba con tal entusiasmo por volver a jugar con figuras de acción, él mismo ya se consideraba lo suficientemente grande como para tener esas cosas en su habitación, por eso mismo esa caja se encontraba en el sótano, ya no las usaba y no le atraían. Consideraba mucho mejor leer historietas o jugar Calabozos y Dragones, eso iba más acorde con su edad. Aunque no le cabió duda alguna de que una enorme alegría se apoderó de sí cuando encontró su tan preciada figura del lider de las tortugas ninjas.

—¡Leonardo! —exclamó alzando el muñeco y enseñandoselo a la chica —Mira, este es Leonardo, en el mejor de sus hermanos, si no fuera por su liderazgo todos estarían pérdidos, es como yo —Alardeó divertido.

—¿Leonardo? —Eleven prácticamente le arrebató la figura de las manos, había conseguido atraer todavía más su atención. Lo examinó fijandose en los detalles y colores, en los accsesorios y las parte articulables.

El chico estuvo por reclamarle tal arrebato, pero no tenía caso, al menos la chica ya no se veía tan asustada como hace unos minutos atrás. Casi que se había olvidado del frio y de la tormenra, incluso del sueño.

—¿Tendré que usar a la princesa? —soltó a modo de broma, pero resignandose a hacerlo. Eleven dejó florecer una leve sonrisa en su rostro y eso puso de mejor humor al chico.

El par continuó causando desorden, reboloteando entre caja y caja, cada objeto lograba impresionar más a El. Los que brillaban, los que se desarmaban, los que se movían con baterias. Y Mike disfrutaba de explicarle cada uno de ellos, juraba que podría hacerlo durante toda la noche.

No supieron cuanto tiempo transcurrió exactamente, tampoco les importaba, pues al fin y al cabo la estaban pasando bien. Fue una pausa  necesaria ante tantas cosas extrañas, un alejamiento deseado, un pequeño respiro. Divertirse también es cosa de niños.


Es cosa de niños |Stranger Things|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora