Odio Juvenil

CAPITULO 6

A pesar del pequeño incidente de amabilidad con el equipaje de Lauren, el viaje está siendo perfecto: excursiones, bromas, fiestas, bailes.

Nos despertamos, jugamos con la nieve, esquiamos, nos molestamos. Una vez en medio de una guerra, recibo un golpe frío en la nuca. Al voltearme, veo a Lauren roja de vergüenza intentando bajar la vista.

-No, déjala. Debe de haber intentado darle a su única amiga y ha fallado. No merece la pena.- le digo a Tommy evitando que le lance una bola de nieve del tamaño de mi cabeza.

A la tarde nos suelen llevar de excursión a algún lugar extraño o tradicional del lugar, y a la noche vamos a discotecas. Discotecas enormes con gran cantidad de luces y música tan fuerte como para no dejarte conversar con otras personas. De todos modos, eso es una de las cosas que más me encantan, ya que para conversar con chicas tengo que prácticamente pegarme a sus oídos, y eso hace que se estremezcan enteras.

Por cierto (aunque es algo obvio), consigo a muchas chicas por la noche. Simplemente bastan unos pocos encantos míos y ya están entregadas para mí. Se debe empezar con besos suaves al compás de la música, ir aumentando y luego preguntar si quiere ir a un lugar más tranquilo, llevándolas a un rincón para comenzar con los besos de verdad. Por último, les pregunto muy despacio si quieren divertirse un poco conmigo, y nos dirijimos al hotel para finalizar en mi habitación. Si no llegan a estar en el mismo hotel que yo, simplemente lo que hacemos es ir a uno de los baños de la discoteca. Una vez allí, la intensidad y calentura aumentan. Al finalizar, lo complicado es salir sin que se den cuenta de que estábamos juntos.

El único inconveniente es tener a Lauren en el cuarto de al lado, lo que supone que cuando llevo a una chica a mi cama, ella golpea la pared hasta que tenemos que parar de la molestia que genera. Al principio decido ignorarla, suponiendo que se daría por vencida tarde o temprano. Sin embargo, los golpes no se detienen, y a mis compañeras les termina molestando tanto que se van. Intento decirle que pare varias veces, pero ella hace como que yo no estoy allí.

Una noche, estallo de rabia y voy a enfrentarla.

-Se puede saber cuál es tu maldito problema, princesa?- digo en el pasillo, en ropa interior y con mi musculado torso desnudo.

Segundos mas tarde, la puerta se abre y mi odiada amiga sale de dentro. Tiene una musculosa corta con unos pijamas que le llegan nada más hasta los glúteos, dejando sus piernas y brazos al descubierto mientras que su cabello está suelto. También llego a darme cuenta de que no está usando sostén y, extrañamente, no me disgusta verla para nada. ¿Será por la abstinencia que me causa con sus golpes?

-Mi problema eres tú! Arruinas mi viaje sencillamente con tu presencia, pero lo que haces ahora ya es demasiado. No necesito tus ruidos molestos para indicarme que estas con alguien y yo no.

Eso me toma por sorpresa, pero no pienso reflejar duda en mi rostro.

-Claro, como si quisieras estar con algún chico. A ti sólo te interesan tus libritos y tu única amiga que está enamorada de mí, asi que ni ella te presta atención cuando estoy yo cerca.

-Vete a la mierda!- Puedo distinguir que está al borde del llanto, pero estoy tan furioso que no me importa.

-Tú vete a la mierda, reina de las vírgenes! Vete con tus libros, nunca podrás estar con otro.

-Y se puede saber por qué crees eso?

-A ver, dime. ¿Con quién podrías llegar a tener posibilidades?- finalizo para hacerle dar cuenta de que estará sola toda su vida.

Ella me mira fijamente unos instantes con odio, y subitamente se abalanza sobre mí. Me agarra del cuello, me empuja a su habitación y cierra la puerta. Antes de que reaccione, comienza a besarme con pasión y desesperadamente contra la pared, hasta que se mueve y vuelve a empujarme, hacia la cama esta vez.

-Contigo, idiota.- contesta encima mío entre beso y beso.