4. En una cita.

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—¿Hola?

—Iwa-chan, soy yo.

—¿Oikawa? ¿Qué quieres?

—Vengo por ti.

—¿Para qué?

—Para ir a pasear.

—¿Por qué? Afuera está nevando.

—¡Iwa-chan, no eres nada romántico! Ahora somos pareja, debemos salir más a menudo.

—Pero...

—Sin peros, me has dejado plantado tres veces esta semana.

—No es cierto, fueron dos.

—Ese no es el punto, ya no puedes negarte.

—Bien —se oyó un suspiro—. Bajo en cinco minutos.

—¡Apresúrate que me estoy congelando!

—Entra, la puerta está abierta.

—Oh, si si.

—Cuelga ya.

—No, cuelga tú.

—Bien.

—¡Iwa-chan me colgó! —se quejó Oikawa al mismo tiempo en que guardaba el móvil en el bolsillo de su pantalón—. Ugh, debería ser más lindo conmigo. Y sentirse afortunado... osea su novio es Oikawa Tooru, no puede hacerme esto a mi, por Dios.

El chico entró a la casa con cuidado, susurrando un "perdón por la intromisión" aunque sabía que nadie iba a oírlo de todos modos.

Iwaizumi vivía sólo desde que comenzó la universidad. Bueno, técnicamente Oikawa también. Éste se la pasaba todo el día allí, viendo cómo su adorado Iwa-chan se las arreglaba para no quemar la cocina o haciendo los quehaceres que haría una madre para mantener la casa lo suficientemente decente. Por lo general, iba más seguido los fines de semana, cuando ambos podían descansar y pasarla juntos debido a que tenían el día libre en sus respectivos empleos. Iwaizumi era mesero en un restaurante que se había vuelto famoso últimamente y Oikawa trabajaba en la biblioteca que estaba en medio del campus, además de que se las había arreglado para que algunos chicos de primero le pagaran por ser su tutor. Aunque no lo pareciera, era muy bueno en las asignaturas que se relacionaban con las matemáticas.

Ambos siempre se encontraban en las practicas de los equipos universitarios de volleyball, junto a sus nuevos compañeros. Lo que en realidad muchas veces resultaba gracioso porque a Oikawa no le agradaban ni un poco. Estaba ese chico que había sido armador en Shiratorizawa con el cabello teñido y que hacía unos servicios incluso tan buenos como los de él (que ni loco iba a admitir en voz alta), el chico refrescante de Karasuno (incluso hasta se parecían; el primero era su versión punk o algo parecido), junto con el antiguo capitán. También veía al idiota de Ushijima de vez en cuando (le crispaba los nervios), y últimamente hasta jugaba con un chico de primer semestre que tenía un piercing en la lengua, más unos cuantos ahí que no le interesaban lo suficiente.

Oikawa tenía clasificados a cada uno desde que comenzó a salir con Iwaizumi. Los vigilaba. Ninguno tenía el derecho de pasar más tiempo con su novio que él. Era algo raro, sí, pero al menos no exageraba como lo haría un chico psicópata o algo por el estilo. Lo había definido como proteger lo suyo, no estaba tan loco como para cometer alguna estupidez. O bueno, al menos no aún.

Tooru and HajimeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora