Tomó sus cosas y se acercó a la salida del establecimiento. Sacó las llaves de su auto y noto que este ya no se encontraba donde lo había estacionado. Empezó a maldecir su mala suerte. ¿Cómo le diría a Noah que el coche nuevo acababa de terminar en el corralón?
Se dispuso a tomar el metro así que empezó a caminar en dirección a este. Era increíble que no se diera cuenta que el lugar en donde había aparcado era prohibida para ese propósito. El sonido de una bocina la despertó de todos sus pensamientos. Levantó la mirada y se encontró enfrente del parachoques de un Aveo 2011. Lo curioso era que se le hacía conocido y no entendía el porque.
Se movió rápidamente para no ser atropellada por el conductor. El auto siguió su camino dejando a la chica seguir el suyo.
A dos cuadras de llegar a la estación de metro, encontró una tienda de baratija. Emocionada, decidió entrar a ver. En fin, todavía tenía tiempo de sobra para llegar a casa y arreglarse para la cita con su novio.
Una campanilla sonó cuando abrió la puerta para entrar. Un joven de mirada turbia alzó la vista de el libro que estaba leyendo para ver a su nueva cliente.
-¿Le puedo ayudar en algo? -su voz era era al mismo tiempo gruesa y suave, ¿como es eso posible?, se preguntó Isabelle. Pero ella ya había aprendido sobre cosas raras en la vida.
-Solo estoy viendo.
El dueño de la tienda se mostró decepcionado ante la respuesta de la muchacha. A continuación bajo la vista a su libro para continuar con su lectura. Ella se fijó en algo muy llamativo de el: tenía unos lindos ojos cafés qué se ocultaban tras unas gafas.
La pequeña tienda era de lo más interesante. Tenía desde joyas pasadas de moda hasta extraños muebles de época. Pero sólo algo le llamó la atención, un oso gigante de felpa completamente polvoriento situado en una de las esquinas de la tienda. Se acercó lentamente a el, se parecía a uno que guardaba en casa de su madre. Se acercó hacía el que atendía la tienda. Algo le decía que el oso era más que similar al que ella tenía. Lamentablemente, la chica se sintió en una típica novela en la que hará una pregunta importante y se ve interrumpida, así que no pudo ni comenzar a hablar.
La campaña sonó y trajo consigo a una pelirroja. Lo captó enseguida. El viejo auto que casi la atropella pertenece a su vieja mejor amiga. No la había visto desde secundaria, claro que tampoco era algo que en verdad le interesa. Cris se abrió paso por toda la tienda hasta llegar a la caja.
Isabelle fue rápida y huyó del lugar apresuradamente. No se daría la molestia de que aquella la reconociera. Habían terminado en un acuerdo mutuo de llevarse bien después de aquel incidente pero las cosas no habían sido igual.
Por fin llegó a la estación de metro y abordo el vagón que la llevaría a su destino, pero muy tarde se dio cuenta de su error.
No llevaba consigo las cartas de su primer amor.-¿Qué te parece si los colores de las decoraciones son amarillas con violeta? No, aún mejor: azul y café.
- No entiendo por que te preocupas por los colores de las decoraciones ahora, todavía tenemos tiempo.
-¡Pero yo quiero que mi boda sea perfecta! Y para que sea perfecta se tiene que ver todo con tiempo.
Decidió que discutir con si novia sobre que sería mejor para una boda era demasiado aburrido para el, así que hizo como si la escuchara mientras comenzaba a limpiar la tienda. Se encontró con una bolsa de papel tirada en el suelo. Era idéntica a la que la chica que había salido corriendo hace varios minutos traía consigo. No había duda de que se trataba de la misma.
Tal vez era algo importante, tal vez no. En esos pequeños momentos de duda Ian se decidió por la primera opción. La bolsa podría contener alguna identificación o algo. Se acercó a donde se encontraba la caja y regó el contenido de la bolsa en ese escritorio.
-¿Qué es eso? - Pregunto curiosa Cris.
- Eso es lo que trato de averiguar.
Papeles. Sólo eran papeles. Los empezó a leer. Parecía una fanfic sobre un crush con un vecino. Eso es lo que decía cada que pasaba cada pequeña carta que se encontraba escrita ahí. Pero algo en su interior se revolvía recordándole.
Llegó al final sin encontrar nada de información. Al menos que un dibujo hecho posiblemente por un niño de preescolar contará.
Un dibujo hecho con crayolas. Una niñita con largo cabello rubio tomada de la mano de otra mujer con cabello morado y llena de corazones. El dibujo decía en una esquina que estaba hecho por Michælle. Eso no era lo que le llamaba la atención al joven. Sino una letra muy elegante a la do del nombre de la propietaria del dibujo "colaboración con Isabelle Cook."
Y el conocía a una Isabelle Cook. Y esa Isabelle Cook coincidía con las viejas cartas que leyó.
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Te quiere, tu vecina
Short StoryEl amor se encuentra por todas partes. Hasta en tu vecino.