Siento como el tiempo se escurre como el agua, las agujas del reloj hacen una competencia entre ellas mismas para ver quién es la más rápida al llegar al siguiente número.
El tiempo pasa como la brisa del invierno. 5, 10, 15, 20, los minutos pasan como si se tratarán de segundos y no hé logrado mover un solo músculo en los 20 minutos que habían pasado.
No podía permitir moverme frente a esa escalera tenebrosa que conducía a un lugar oscuro, enterrado entre las sombras y con olor a humedad saliendo de sus poros. Esa oscura y gélida escalera que no me permitía avanzar para buscar lo que tanto anhelaba.
Las pesadillas recurrentes sobre aquellas escaleras y el recuerdo constante de lo lejos que estaba de llegar a ese lugar tan deseado. Demonios y criaturas hostiles trataban de agarrarme para convertirme en una de ellos pero nunca lo conseguían.
Las imágenes de los sueños empezaron a proyectarse en mi cabeza como una película de terror filmada hace cientos de años condenada a repetirse.
Mounstros deformes con brazos esqueléticos y grandes ojos oscuros como la noche que acechaban desde las sombras.
La escalera no eran más que un pasaje que descendía hasta llegar al corazón del todo. Ese lúgubre lugar cubierto de miseria y dolor.
El reloj marcaba que ya habían pasado más de 30 minutos y yo seguía en la misma posición sin atreverme a defender para atravesar todo esa oscuridad contenida y llegar por fin al lugar soñado. Ese sitio tranquilo y si preocupaciones, lleno de luz y gozo.
Cada vez que miraba las escaleras un color rojo carmesí las teñía por completo. Esas escaleras siempre me aterraron durante todo la vida pero a la vez me invitaban para que las bajara y visitara el mundo de las sombras y tinieblas, como si fuera atracción magnética que no me permitía irme y me retenía. Pero que a la misma vez no me dejaba avanzar.
Escucho a mi mente gritarme desde lo más profundo de mi conciencia para que me apresure y deje ese lúgubre lugar enterrado en donde debe estar y pasar al otro lado, donde el sol brilla y las luces no se apagan, pero mis piernas no son capaces de responder.
Cuando al fin encuentro el valor suficiente para poder descender el último tramo de luz que estaba encendido explota repentinamente, dejándome en la más absorta y absoluta oscuridad.
El miedo y el pánico defienden por mi sistema haciendo que la piel se me herise y mi cuerpo no pueda moverse nuevamente.
Nose cuanto tiempo pasa hasta que siento como los latidos de mi corazón disminuyen considerablemente. Aún con la respiración agitada busco a tientas los peldaños de la escalera y me atrevo a bajar.
El primer contacto con ellos hace me sienta incapaz de poder seguir bajando. El frío metálico y el sonido chirriante que hace al pisarlo me hacen tomar conciencia de lo que estoy haciendo.
Me apresuro a bajar rápidamente todos los escalenos para terminar con esta tortura. Cuando por fin siento que el miedo se está yendo, una mano fria y gélida sujeta mis tobillo en el último escalón impidiéndome que avance. Mi cuerpo se congela y cae al suelo con un sonido sordo para dejarme en la completa inconsciencia. La mano que cada vez se entierra más es mi piel tira de mi para impedirme escapar. Busco a tientas algunos objeto que me permita defenderme pero en lugar de eso solo tocó tierra a mi alrededor. Un gran montículo de tierra que descansa a un lado de mi cuerpo. Siento como la mano sigue ejerciendo presión pero esta vez me arrastra por el suelo. Sigo sin poder ver nada más que oscuridad. De repente, la nada, un vacío que me rodea y la sensación de caída. Cierro mis ojos al sentir el golpe contra la tierra y me dejó arrastrar por las garras de la oscuridad.
Blanco, todo blanco, es lo primero que noto al abrir mis ojos, una luz blanca y segadora que entra por la ventana junto con una calidad brisa de primavera. Me rodean unas paredes blancas con retratos familiares y muebles decorados con notas y dibujos.
Estoy en mi habitacion, todo no había sido más que un sueño. Mis pulmones toman aire y mi cuerpo se relaja. Miro por la ventana y noto que el cielo está algo nublado. Me siento en la cama y recuerdo la pesadilla que acabo de tener. De repente siento como algo frío y escurridizo se desliza por la piel de mis pies. Al mirar abajo veo la misma mano que había visto en mi sueño. Una mano esqueletica y negra como las cenizas del carbón rodean todo mi tobillo pero esta vez ya no tengo miedo, porque se lo que significa. El sueño que tuve fue mi última advertencia, ya no podría seguir escapando de la oscuridad que rodea el mundo.