Continuaba saboreando con delicadeza esos deliciosos y suaves labios, aterciopelados y esponjosos; degustándome internamente de aquel sabor, ¡Oh! Dulce sabor a miel, pecado original, crimen insólito, placer que traspasaba a mi boca ansiosa, juguetona y traviesa. No podía dejar de probar esa experta lengua tibia insular que no paraba de bailar paganamente junto a la mía.
El aire rápidamente me hizo falta pero me abstenía de respirar, tenía que negarme a separarme de aquellos prohibidos labios; sin embargo cedí ante la falta de oxígeno en mis pulmones, cedí ante mi propia biología, ante mi propia naturaleza, ente la imperiosa necesidad de respirar "Maldición, si tan solo pudiera soportar un poco más la respiración". Con pesar me separe de ellos con exagerada lentitud aun con los ojos cerrados, rápidamente extrañe esa calidad ajena y abrí los ojos con pereza encontrándome en completo silencio, con mi muy acostumbrada soledad, entre esa perturbadora obscuridad que me rodeaba desapareciendo todo a mi alrededor.
Me removí en las cobijas soltando un leve quejido – Un sueño- remarque lo obvio en un susurro ¿Qué otra cosa podía ser? Un momento tan perfecto, tan único, solo podía ser obra de un dulce sueño, nada más que eso.
Perezosamente me puse de pie sintiendo el frio en el suelo de la habitación, desvié por instinto la mirada a la venta mientras me acostumbraba a mi sensación de vacío, me dolía el estómago; pero no era un malestar estomacal normal ya que creía que me faltaba algo, algo sumamente importante que antes estaba conmigo y ahora simplemente ya no.
Me acerque con lentitud a esa ventana que se me hacía de un momento a otro tan grande y terrorífica, como en esas películas de terror modernas en donde lo que hay más allá es un montón de cosas malas, y ¿Que no tenía razón? ¿Qué mi vida no era una película de terror? ¿Que no había un montón de cosas malas en el exterior? Toque con las yemas de los dedos el contorno de la misma empezando por la jamba para irlos deslizando hasta sentir el frio vidrio que la conformaba, sin poder detenerme rápidamente me encontré sosteniendo con asir las pequeñas piezas de metal que dividen los cristales individuales "Tengo que marcharme, debo hacerlo" me repetía constantemente cada tres, cuatro segundos que pasaban, me aleje de aquella ventana para tomar mis pertenencias, me vestí con ese pants negro que tanto me gustaba, me arregle el cabello lo mejor que pude y por ultimo me calce, deje la gorra en el mismo buro quizá algún día podría utilizarla de excusa para volver a ver a Harry; pero por el momento lo único que quería era desaparecer, volverme nada con el mundo ya tendría tiempo de pedir disculpas después.
Continuaba arduamente con mi rápido escape, quite el seguro de la ventana para abrirla de un golpe, el aire se introdujo de lleno en la habitación moviendo divertido las finas cortinas blancas y provocándome una extraña sensación de culpabilidad. Regrese la mirada a la puerta de madera que se situaba a no más de cinco metros de mí, con su dintel fino, sus bisagras no de oro ni de plata; sino de acero únicamente, con ese panel solido e irrompible (o eso me parecía ver a mi), quieta, sin vida, lejana... tras de ella se encontraba la persona que tanto quería, a la que le era devoto sin hacer un juramento, leal como el más estúpido perro, tras de esa simple puerta se encontraba la persona que más amaba en todo el mundo. Tras de ella se escondían miles de secretos que parecían decir "Ven Eggsy, somos muy tentadores, somos únicos y estamos aquí solo para ser descubiertos por ti" me lleve mis manos a la cabeza reprendiéndome por pensar de esa forma. Tras de esa puerta se encontraba mi caballero con su pulcro traje, mi inocente Galahad con su triste mirar, mi único e incomparable Harry Hart.
Moví cansado la cabeza negativamente volviendo a reprenderme mentalmente "Carajos si ya de por si era difícil no estar embobado recordando la leve sonrisa de Harry que surcaba sus labios muy de vez en cuando y que era solo para mi" si, en definitiva, tenía que obligarme a no volver a pensar de una manera tan cursi y estúpida, ahora entendía porque Harry seguía viéndome como no más que un niño, mis pensamientos seguían siendo los de uno. "Tengo que largarme" mi mente me volvía hacer ese molesto recordatorio, no podía darme el lujo de seguir molestando a Harry, no tenía el derecho siquiera de ser su pupilo, entonces... ¿Qué carajos hacia sosteniendo la chapa dorada de esa puerta? "carajos, mi cuerpo se movía a la voluntad del corazón y no a la de la mente" Trague saliva deseando con todas mis fuerzas que la estúpida puerta continuase cerrada; sin embargo las bisagras de esta chillaron con un ruidoso afán cuando la empuje y esta se abrió.
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KINGSMAN
FanfictionNo tiene nada de malo en enamorarse de un hombre mayor.... No tiene nada de malo en enamorarse de... No tiene nada de malo en .... No tienen nada de... Carajos ¡¿Por que mejor no me enamore de un tomate?!