El Rincón

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¿Cuanto tiempo ha pasado? ¿Un par de minutos, un día, un mes, un año?
Y ahí me encontraba nuevamente sentado frente a la ventana, esa que había tomado la forma de una pantalla amplia, con imágenes turbias y algo dispersas. Me mostraba aquella escena una y otra vez. Disfrutaba verla, y repetirla las veces que fuera necesario. Perdí la noción de todo. Ya no recuerdo cuando fue la última vez que comí algo, la ultima vez que bebí un vaso de agua, la última vez que hablé con alguien. Me encontraba solo, todos me abandonaron, se marcharon. Quizá con razón justa, quizá solo fui un imbécil y tanto daño causado fue el detonante para que todos ellos decidieran marcharse para precautelar su bienestar. No he hablado con nadie mas que con mi conciencia. Es una estúpida. No para de escupirme en la cara, reclamarme por todo el daño que causé, culparme porque ahora solo eramos los dos dentro de una vieja y desolada casa que el tiempo se encargó de mantener en un estado de oscuridad y tiniebla, en un ambiente deprimente y de soledad. Pasaba día y noche tras esa ventana en la cual el tiempo parecía no afectar a nada ni nadie, solo la miraba como zombie, como un cuerpo inerte, como un vegetal, como un poste fijo apuntando a una posición predeterminada. A veces la imagen se congelaba, y sufría, pero luego regresaba y me sentía mejor. A quién quiero engañar. Desde aquel trágico día nada volvió a ser igual, desde ese día sufría cada segundo, el solo respirar, e producía un dolor desgarrante en el pecho. El recuerdo me carcomia, todo mi ser se había convertido en un pozo lleno de putrefacción, lleno de basura y secretos que me azotaban a diario, que me causaban un profundo dolor. A veces mientras la ventana congelaba la imagen, mi mente se encargaba de mostrarme ese día fatal, el día en que lo perdí todo.
¿Qué sabes tu de la vida? ¿Qué sabes tu sobre el amor? No eres más que un bicho, una basura. ¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué me arrebataste todo?
Nnn, no lo sé. Tengo miedo. ¿Dónde está? La extraño...
El rincón, era donde pasaba los días, sentado, inmóvil, lo único que me quedaba era esa ventana, esa hermosa ventana que me mostraba ese momento, el instante más preciado en mi inmunda vida. Y mi conciencia, esa desgraciada que no hacía otra cosa mas que recriminarme los errores cometidos en el pasado. Aunque debo ser sincero, ella tenía la razón, todo lo que me decía era cierto. Toda la mierda que me tiraba en la cara era merecida.
Hay un lugar en el infierno para aquellos que se atreven interferir con el orden natural de las cosas. Para aquellos que ponen sus deseos por encima de todo y sin importar nada tratan de forzar eventos que no han sido escritos. Quieren jugar a ser Dios.

Si tan solo pudiera ver su rostro una vez más. Tocar su suave y delicada piel con mis toscos dedos. Si pudiera probar sus dulces labios y decirle que me perdone. Ya no está, se marchó hace mucho. Han pasado muchos años y el recuerdo vive latente, como una vela eterna que por más que pasen los años sigue con su llama potente y su cera intacta. Si tan solo supiera donde estás. No puedo moverme, no puedo hablar. Tan sólo observó la ventana con el infinito deseo de atravesarla, de llegar a ese lugar y repetir ese momento, todos ellos, sentirte cerca una vez más. Pero no puedo. Mi mente dice que estoy loco. Dice que soy un psicópata y que todo lo que hice esta mal. No lo entiendo, no entiendo qué fue lo que hice. No se dónde estás, no se por qué te marchaste. ¡No entiendo nada!
El cielo se nubló. Se enmarcó una escena trágica. De esas que los dramaturgos describen como mortal para aquellos malditos que se atrevieron a sentir. Aquellos que ignoraron el "¿qué pasará?" y entregaron su ser en nombre de las emociones. Aquellos que quedaron malditos para toda la eternidad y cuyas almas vagan por doquier buscando redención, buscando el descanso que jamás encontrarán. ¿Por qué tiene que ser tan difícil? Las emociones son debilidades. Son el punto de quiebre de ser humano. Te vuelven débil, te vuelven indefenso. Un cuerpo sin emociones es un cuerpo fuerte, frío y un superviviente. Un cuerpo con emociones, es quebradizo e inestable. La destrucción del ser humano nace con la pérdida del control sobre las emociones, nace con la negación a eliminarlas. Y luego te envenenan. Quisiera no sentir.
Mi rincón es oscuro, es frío. Es solitario. Todo este lugar lo es. Si vieras las condiciones en las que me encuentro llorarías. Yo lo hago en ciertas ocasiones. Recuerdo que solías tomar mi mano, no sabes la calma y la paz que sentía. El contacto con tu piel no lo podía describir, era cálido, era frío, era dulce, era vida. Sé que me odias. Es justo, creo. Pero si tan solo regresaras, te contaría un montón de cosas. Tengo un millón de sueños que contarte, que quizá te causarían risa, algunos intriga y otros talvez repulsión. Soy un monstruo, entiendo que tu partida fue justificada. Pero no sabes cuanto sufro desde que no estás. Molestate conmigo una vez más...

El rincón. Paso mis días en este sucio rincón. Anhelando el encuentro tan esperado, quisiera que vinieras a verme, que te sentaras a mi lado frente a la ventana a conversar y comentar sobre aquellos días en los cuales me regalaste felicidad, sostener tu mano una vez más. Tocar tu rostro, deslizar mi mano por tu suave y delicada piel y con mi ultimo aliento sellar mi pase a la eternidad con un beso lento, uno que me acompañe al infierno al que me dirijo. Quisiera verte una vez más, vuelve a enojarte conmigo, camina conmigo una vez más, aunque sea por un último minuto...

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