Había pasado ya una semana y tú seguías sentándote a mi lado, pero ninguna palabra habíamos cruzado. Comenzaba a ponerme ansiosa, ¿sabes? Tú me gustabas demasiado.
Ese día llegaste mientras dibujaba en mi cuaderno, alcé la mirada cuando te sentaste. Llevabas un jersey azulito y tu cabello rubio trenzado. Me miraste con tus ojos mieles y me regalaste una de esas preciosas sonrisas tuyas.
¡Me sonreíste, Andromeda!
Señalaste tus oídos para indicarme que me quitara los audífonos, entonces te inclinaste sobre mi mesa y me miraste apoyada en una de tus manos.
"¿Cuál es tu nombre?"
"P-pandora" tartamudeé.
Sonreíste aún más y dijiste que lo más posible era que el destino nos pusiera juntas ya que nuestros nombres pertenecían a la mitología griega.
Yo no sé sí fue el destino o no, pero Andromeda, le agradezco a quién fuera que te pusiese en mi camino.
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En las nubes.
Short Story"Joder, Andromeda. Yo no creía en los ángeles hasta que te vi."