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La academia "Seoul International High School" era la institución con mayor prestigio de toda Corea y sin duda, la más cara en este país, donde acuden los alumnos de familias que poseen el dinero necesario para pagar la colegiatura y algunos pocos que presentan algunos dotes especiales que les permite entrar con una beca aunque el esfuerzo que deben poner es muy grande por la discriminación que se da por parte del resto del alumnado además por la diferencia de conocimientos que arrastran. El recinto, por la cantidad de dinero invertido, sin duda era magnífico teniendo grandes salas que no tenían muchos alumnos, siendo los cursos de máximo treinta personas, cinco pisos y un subterráneo componía el edificio principal donde se hayan las aulas, mas este no era el único lugar donde los estudiantes podían estar sino, que la escuela parecía muchas veces una verdadera ciudad con todo incluido, un gran casino para todo el alumnado, varios patios con asientos y otros más pequeños y tranquilos, un invernadero que todos podían visitar, cancha de futbol, tennis, piscina y otras estancias que le daban ese aspecto maravilloso que todas las personas admiraban y querían para sus hijos pero era esa grandeza la que en el primer día de clases del año estaba dando muchos problemas a un recién llegado quien, por más que buscaba su sala, no lograba dar con ella.

"La 41, 41 ¿Dónde carajos está?" Era algo que no paraba de repetirse en la cabeza del recién llegado, quien, había recorrido un par de veces los primeros pisos y otros lugares del colegio sin dar con el lugar esperado por lo que comenzó a desesperarse, algo, que se vio intensificado cuando el timbre sonó indicando la entrada a las salas por lo que todos comenzaron a ir como si fuesen maquinas guiadas a sus salones, excepto él, quien se veía con una mochila y un papel en su mano con el número de la sala y el horario de sus próximas clases. Al creer que no tenía más opción, buscó a uno de los conserjes para pedirle algo de ayuda y al encontrarlo, este amablemente le indicó que su sala estaba en el cuarto piso por lo que, con rapidez, el chico corrió por las escaleras hasta llegar al piso cuatro donde buscó su sala contando cada número que aparecía en las puertas, hasta que vio el "41" en una de ellas y acelerando el paso se dispuso a entrar pero por su imprudencia no logró ver a un chico que al igual que él, iba tarde a clases y con quien acabó de trasero en el suelo. El recién llegado estaba dispuesto a pedir disculpas y el otro chico con un par de insultos en la punta de su lengua pero todo se esfumó cuando vieron el rostro del otro, quedando ambos helados por un par de segundos sin ser capaz de hacer más que mirarse y abrir sus labios, aunque ninguna palabra salía, pero tubieron que salir de aquel shock al darse cuenta de que el profesor les llamaba un tanto molesto para que entraran a la sala de una vez. Entraron rapidamente tras ponerse de pie y limpiar el polvo que pudiese quedar en su ropa, yendo cada a un asiento en distintos lugares, uno al comienzo de la sala y otro al final que estaba al lado de una ventana, por la cual, podría mirar hacia afuera.

ㅡMuy bien alumnos, bienvenidos a un nuevo año escolar en International Seoul High School yo seré su profesor de literatura y además su profesor jefe, mi nombre es Jung Pil Gyo, pero pueden llamarme HyeSung.

Luego de presentarse pudo pasar la lista para saber quien era cada uno y con eso las dudas de este alumno nuevo fueron aclaradas, sí, era él, el niño que tuvo que dejar atrás por sus padres, su mejor amigo de la infancia ¡Estaba ahí! ¡Casi frente a él!, sin embargo, el otro no estaba tan feliz como esperaba ya que muchas preguntas llenaban su cabeza "¿Por qué tardó tanto en volver? ¿Por qué lo dejó sin anunciarlo? ¿Por qué no pude decir nada, siquiera un adiós?" eran una pequeña parte de ellas. El profesor no dijo mucho en lo que quedaba de la hora, normalmente el primer día siempre era para que conocieran a los profesores y sus métodos de enseñanza y así ningún alumno tuviese el shock de encontrarse con cosas muy distintas a las que acostumbraba ya que generalmente, llegaban muchos alumnos extranjeros que debían incluso acostumbrarse al idioma.

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