Mi abuelo siempre decía lo mismo, 'a la gente buena siempre le pasan cosas buenas', ¿nunca escucharon esa farsa? Él tenía viejos libros que hablaban sobre un cielo celeste, un sol, una luna, estrellas, nubes, pasto verde y animales salvajes. Ahora el libro es mío, el abuelo ya no está. Aunque me dijo que eso alguna vez fue real, no le creo. El cielo es rojizo, solo hay arenilla, ¿animales?, con suerte vez gusanos. No sé de donde saco lo de los árboles, yo solo identifico montañas de escombros y basura. Si el mundo que me conto el abuelo alguna vez existió, hemos acabado con él.
-¡Llegué!- Grite al entrar a casa, tiro la mochila sobre el escritorio de mi pieza.
-¿Cómo te fue?- Preguntó mama.
-Bien- contesto. Y mama entra a la pieza con el libro del abuelo en las manos.
-Estoy cansada de que mires esto, tu abuelo solo decía mentiras para que imagines. No quiero que lo vuelvas a leer.- Dijo enojada, con un rostro de desaprobación.
-¡NO! Mama...- Pensé muy bien lo que iba a decir, yo leía mucho ese libro. Lo amaba, mama no. No quería que se deshaga de él. Nunca en mi vida había mentido, así que me puse absolutamente sería y dije:-Solo lo guardo porque es un recuerdo del abuelo.
Y así termino la discusión. Y salió mi primera mentira.
En la cena pensé muy rápido, pensé en el libro, ¿y si eso fue verdad? Quería preguntar, pero no me contestarían, solo les daría un motivo para enojarse. Termine la cena y fui al despacho del abuelo, aún conservaba su esencia. Mire los libros, había algunos más salidos que otros, así que los empujé, chocaron contra algo. Tiré de ellos, no dude un segundo, todos cayeron al piso. Había un libro, gordo y grande, lo retire de la estantería, acomodé los otros y me encerré en mi cuarto sin que nadie me viera. Para tener diecisiete, no tenía mucha libertad, así que me permitían mi privacidad. Comencé a leer, en la desesperación por saber que decía, mis mechones verdes se deslizaban sobre mi rostro. Había oportunidad para el mundo.
El libro no solo hablaba de animales, si no de experimentos, mezclas de animales, incluyendo humanos. Mezclados genéticamente. Lo leí todo, al final, un mapa, con la letra del abuelo decía:'Si llegas a este punto, encontraras una base de experimentos, allí, debes conseguir apoyo, que ellos te escuchen. Luego pídeles que usen su capacidad para hacer un mundo verde, sabio, pero no sabio con sangre.'
Tenía razón. Aquí solo existe el sol, pensé. Yo quiero ver la luna, las estrellas.
-¡MA!- Grite- ¡Elizabeth me invito a dormir a su casa!- Mentí, ya eran dos.
-¡Bueno, pero llámame!- Contestó, sentía la adrenalina corriendo por mi sangre cada vez que mentía, era una sensación extraordinaria.
Prepare el bolso, y sin que nadie se diera cuenta tome la carpa. Me fui sin despedirme. Tenía todo, incluso el libro con el mapa. Comencé a caminar. Llegué hasta la puerta del pueblo, el guardia me frenó.-¡Lea! Hace cuanto no te veo, ¿qué buscas por aquí? -Comentó, sin sospecha alguna.
-Oh, venía a ver como andabas.-Mentira tres. -Mama me dejo acampar en la puerta para poder pasar tiempo contigo.- Cuatro, y aún se sentía bien.
-Suena genial, voy a buscar mi bolsa de dormir, espera aquí.- Dio me día vuelta y se hecho al trote, iluso.
Traspasé la puerta corriendo, y no pare hasta cansarme. Respiré de forma agitada, faltaba poco para terminar el terreno de basura, según el mapa. Y si el guardia le aviso a mama, me están buscando, pensé. Corrí, corrí, camine, trote, durante mucho tiempo. No encontraba la supuesta montaña que tendría que tener un pequeño bosquecito.
Ya no tenía nada que perder, aunque si volvía a casa, tal vez el reto sería menor. Pero no, no había hecho eso por nada. El abuelo nunca se equivoca. Seguí caminando hasta perder la noción del tiempo, la esperanza me quito el hambre, pero no la sed. Di vuelta a una montaña de basura, inmensa. Y allí estaba, un pequeño bosque, y detrás una montaña, de verdad. El bosque no era verde como en el libro, era medio gris.
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Biografía de un mentiroso
Short StoryTal vez no todo siempre fue lo que es. Tal vez nunca fui lo que fui. Mientras el miedo juega con tu espalda, ¿te arriesgas a conocer lo que puede ser una mentira?