Breaking Wild

Prólogo

Corría lo más rápido que sus patas podían permitirle, tratando desesperada de huir de la masiva estampida de animales que los perseguía; Sentía su aliento cortándose, los músculos en sus piernas ardiendo como si se quemasen, su corazón latir a tal velocidad que parecía estar por salir disparado de su pecho, trataba de mantener un ritmo en su respiración, así lograría seguir adelante por más tiempo, así tal vez lograría escapar; esa pequeña, esa diminuta porción de esperanza estaba sosteniendo su mano, corriendo junto a ella. Judy miró hacia atrás, veía odio en las miradas de todos los animales que iban tras ellos, veía desprecio, nada podía ser peor, los animales que alguna vez llamaron compañeros en el ZPD los repudiaban, habían sido ellos quienes dieron la alerta de atraparlos, tirando a la basura todos los años de amistad, trabajo en equipo, todo lo que alguna vez significaron para la ciudad, ahora solo eran aberraciones. Judy apartó su mirada de todo el odio que había detrás de ellos, giró su cabeza hacia el único depredador al que no le temía en ese momento, el único animal en toda la ciudad, tal vez el único en todo el mundo que jamás le daría la espalda, era Nick, era él quien sostenía su mano, era él quien también luchaba por escapar y sobrevivir a ese infierno.

Comenzó en la estación de policía, ninguno se explicaba cómo, de un día a otro, simplemente llegaron a empezar con sus labores normales y de la nada todos sabían lo que pasaba entre ellos, más que amistad, había amor entre un zorro y una coneja, ya era mucho que fueran una relación entre distintas especies, eran depredador y presa. El ZPD los expuso ante la ciudad, de milagro habían logrado escapar, un vehículo robado les sirvió por un tiempo hasta que otras patrullas se unieron a la cacería, no les había quedado otra alternativa más que seguir a pie, ahí le ciudad entera empezó a perseguirlos, todos aquellos a los que alguna vez protegieron. Ya no tenían a donde ir, Judy tenía más que en claro que a los ojos de sus padres, ella ya no era nada, no pasaría mucho tiempo para que la noticia llegase a Bunnyburrow, lo último que necesitaban era un ejército interminable de conejos buscando acabar con ellos también; estaban solos, no encontrarían ayuda en ningún lugar, ese era su final, solo les quedaba escapar, huir lejos de la ciudad y tratar de sobrevivir con Nick hasta tener que escapar otra vez, eso era todo.

Ambos estaban tan inmersos en el camino frente a ellos, tan decididos a seguir adelante, que no prestaron atención a lo que se encontraba detrás de ellos. Ella lo escuchó, un arma de verdad, no un simple dardo, ese era el sonido de una bala de plomo abandonando un arma, la cual acertó en la pierna de su compañero. Giró la cabeza rápidamente, fue como si todo ocurriese en cámara lenta, primero sintió la mano del zorro dejando la suya, luego lo vio caer, dejando salir un grito desgarrador, había dolor, eso era obvio; Nick cayó al suelo, incapaz de levantarse, Judy derrapó antes de dar marcha atrás y regresar con él, rápidamente se arrodillo, lo tomó de un brazo, tiró de él múltiples veces tratando de ponerlo en pie otra vez, era inútil.

—Es todo.— Mustió el zorro con lágrimas en los ojos.— Judy tienes que irte.—

—No, no eso jamás, no voy a dejarte aquí.— Dijo entre lágrimas, aun tratando fútilmente de levantar al zorro, el amor de su vida le estaba implorando que se fuera, que lo abandonara en ese lugar a merced de todos quienes los perseguían.

—¡Judy basta!—Exclamó Nick empujándola, él lo sabía, y ella también, solo uno lograría escapar, solo uno lograría salir vivo.—¡Es una orden Judy! Tenía un rango mayor a ti en el ZPD ¿Recuerdas?, me lo dieron a penas ayer, un ascenso y un aumento.— Decía con una sonrisa pero las lágrimas brotando de sus ojos la contradecían. —Tienes que irte Judy, por favor.— La coneja dejó de luchar, ya no tenía sentido. Plantó un beso en el hocico de Nick, aunque corto, ambos lo sintieron como si fuera de toda una vida, algo hermoso para ellos, pero aberrante para sus perseguidores, esa muestra de afecto solo los avivo la llama del odio en ellos.