Mentiras.

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La mañana había llegado, viento hondeando los árboles, sacudiendo las hojas en las ramas, el frío matinal helando hasta la última de las ventanas de la casa, haciendo que los cristales parecieran ser delgadas cortinas de hielo, sostenidas únicamente por la madera del marco. La puerta mal cerrada permitía el paso a los susurros del viento, las grietas en los muros impedían que el calor se conservase dentro, los lúgubres pasillos sin vestigio de luces, daban la ilusión de un gran túnel oscuro, con un destino incierto al final, la madera vieja en el suelo, rechinando a pesar de no tener a nadie encima, la casa amenazaba con caerse a pedazos en cualquier momento, sin embargo, de alguna extraña manera, las dos únicas almas que había dentro, se regocijaban con un extraño sentimiento de paz, ambos, acurrucados plácidamente en la habitación de invitados, con las frazadas cubriéndolos hasta el cuello, se daban la espalda mutuamente, resultado de los involuntarios movimientos de sus cuerpos en mitad de la noche.

Un zorro y una coneja, compartiendo lecho, un acto por sí solo aberrante, si por una mala broma del destino alguien llegase a descubrirlos, ellos estaban al tanto de ello, su vida diaria era un interminable juego de ruleta rusa, hasta la fecha, las cámaras del revolver habían estado vacías, pero tanto Nick como Judy, temían el día en el que el percutor finalmente golpease la bala; temían por sus vidas, pero hasta ahora, ninguno se había echado para atrás, nada le costaría a Nick escapar y abandonar a Judy, nada le costaría a ella solicitar una reubicación y dejar a Zootopia en el pasado, la salida era muy simple, pero lo que sentían el uno por el otro era suficientemente fuerte como para sobrellevar las consecuencias que tarde o temprano sabían que iban a llegar, la única manera en que podrían  vivir juntos sin temor a los perjuicios de los animales, sería huyendo de la ciudad. Desde que comenzaron a estar juntos, el zorro había estado investigando acerca de las relaciones inter-especie, todo lo que había encontrado era abrumador, turbas, homicidios, secuestros, ¿Es eso todo lo que el futuro podría depararles? La idea de una vida sumida en el temor no era prometedora, y no podía hacerle eso a Judy, ella merecía más, merecía ser feliz, vivir sin temor a nada ni a nadie solo por amar a otro animal, la esperanza menguaba, las opciones mermaban, la desesperación aumentaba y la dicha con la que habían iniciado su relación, enmudecía con el tiempo, hasta que, entre todo el odio y repulsión hacia las parejas inter-especie que se presumía en Zootopia, el zorro dio con algo, nunca comentado a Judy, ni siquiera por error; las redes sociales de Zootopia disfrazaban muy bien lo estrictas que eran, retenían la información que se consideraba aberrante para la ciudad, Nick, hasta la fecha, no se explicaba cómo, pero encontró información muy interesante sobre otras ciudades, después de todo, la fabulosa ciudad en la que cualquiera podía ser lo que quisiera, no era la única gran urbe de animales, había más, en otros países, en otros continentes, varias de ellas no mostraban desdén alguno hacia lo que en Zootopia se pintaba como un pecado capital; Lobos con jaguares, osos con rinocerontes, conejos y zorros, no todo estaba perdido, no todo era oscuridad, el agitado mar de su relación empezaba a serenarse, y por una vez, mostraba esperanza en el horizonte. Aún no lo hablaba con Judy, no sería prudente poner más presión en sus hombros, por el momento, las cosas debían seguir su curso, hasta que la oportunidad se presentase, él bien sabía que tarde o temprano llegaría.

La coneja abrió los ojos lentamente, la ventana de la habitación se encontraba frente a ella, Judy esperaba recibir el inmediato golpe de los rayos del sol en su rostro, encandilando sus ojos, y calentando su piel a través del pelaje, no fue así, la tormenta del día anterior se había extendido, las gotas de agua arremetiendo contra el cristal eran prueba de ello, el agua escurría por breves segundos antes de ser bombardeada por más gotas de agua. Era, irónicamente, el escenario perfecto para un funeral, el mismísimo cielo parecía estar llorando la pérdida de la zorra, el cielo grisáceo, extendiéndose hasta donde el ojo podía ver, no había ni el más mínimo rastro de color azul en las alturas, si bien la lluvia traía consigo una belleza majestuosa, fomentaba la depresión, la lúgubre falta de color en el cielo, el viento soplando y las continuas lágrimas que descendían desde las nubes.

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⏰ Última actualización: Aug 15, 2016 ⏰

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