Todos han amado a la distancia, todos han odiado a la distancia, todos nos distanciamos mientras amamos, amamos distanciarnos, enfrascados en medir todo, inutilizando todo... en metros, kilómetros, pieles, adioses... locuras, corridas, lunas fuera de horarios compartidos, a veces solo media hora, otras dos o cuatro horas, de Venezuela a Argentina, de Uruguay a Holanda, de mi casa a la suya... de mi piel a la suya, pasaportes que necesitamos para erradicar la distancia solo por momentos, en ocasiones por meses, pero con la obligación a distanciarse de nuevo, ella debe de volver a su casa y yo a la mía, aunque vivamos juntos y habitemos el mismo mundo siempre habrá distancia. Aunque en las noches, en mi cama, al percatarme de su olor sublime en mi almohada que no es mas que una alucinación , la distancia no es nada, se extingue, al ella instalarse en mi mente, estamos cerca realmente cerca, aun estando lejos de Venezuela a Argentina, de un autobús rojo y cuatro cuadras a pie, de un viaje de correo de mi carta a su casa y el regreso de su cariño a mi casa, en esos momentos la distancia no es nada.
