Mi salvación...

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Las lágrimas corrían por mis mejillas como si estuvieran en una carrera por ver cuál llegaba más rápido. Mis ojos enrojecidos e irritados querían abrirse, pero no eran capaces. La situación se había apoderado de mi cuerpo totalmente. Estaba atada a una silla, incapaz de realizar un movimiento, sentía como las risas de las personas se hacían presentes, y solo pensaba en que todo esto terminara para poder largarme lo más pronto posible.

Cuando conseguí abrir los ojos me di cuenta de lo que sucedía; mi novio (como lo llamo yo ''la bestia''), nuevamente me había expuesto en público. Me encontraba desnuda, con cosas pintadas en mi cuerpo, insultos y dibujos obscenos que llenaban cada una de mis extremidades...

Intenté de moverme pero fue inútil, a raíz de eso recibí una bofetada, que claramente, provenía de el.

Cuando terminó de dispersar a la gente se dedicó a maltratarme aún más, me convirtió en su objeto de risa, en su juguete sexual, en su víctima, en una más..

Yo lo conocí cuando tenía diez años, era el recién llegado del grado. Él siempre fue el muñequito de mis otros compañeros, lo molestaban, le pegaban, hasta recuerdo que un día lo llevaron al baño de los pelos y le hicieron meter la cara en la cubeta de la basura. Yo era su única amiga, y lo ayudaba siempre que podía; pero ahora me encuentro sola y desamparada. Él no me dejaba ir a ningún lado, me tenía retenida.

Yo no tenía familia a la cual recurrir, habían muerto en un accidente automovilístico.

Él siempre decía que me amaba.
Todo era bello, hasta que nos mudamos juntos. De pronto ya no me dejaba salir, me encerraba en la habitación, y hasta me amenazaba con matarme si ponía un pie fuera de esa casa. Por más que intentara gritar o llamar la atención de alguien, era en vano; ya que el inmueble se encontraba alejado de la ciudad, y no era una zona muy transitada.

Y ustedes tal vez se preguntaran ¿Por qué hablo en pasado? Ahora viene la explicación.

Cuando yo pensé que todo estaba perdido, y que las esperanzas ya no me ayudarían en nada mi vida se iluminó por completo. Tal vez fue por un milagro (tengo que aclarar que siempre fui creyente, y todas las noches le pedía a Dios por un poco de suerte) o que simplemente la vida me estaba dando una oportunidad de salir de todo esto.

Una mañana de Febrero siento una voz cálida que proviene del exterior, con un poco de fuerzas y tratando de hacer el menor ruido posible para no despertar a ''La bestia'' me asomé por la ventana y allí lo vi; era alto, de cabello castaño, y una bonita figura. Por un momento pensé que alucinaba producto de tantos golpes, pero algo me decía que era verdad lo que veía. No se en que momento se había mudado a nuestro lado, tal vez estaba tan absorbida en mis propios pensamientos que nunca noté que algo sucedía.

Se encontraba de espaldas a mi, y cuando giró hacia nuestra casa me corrí de su vista rápidamente para no llamar su atención; lo que menos quería era un problema más.

Los días pasaban y yo seguía sufriendo, pero algo me detenía de la muerte, y podía asegurar que era ese sujeto.

Una noche ''La bestia'' había llegado borracho a casa, y cuando dio un portazo  podía asegurar que se me había parado el corazón. Subió las escaleras haciendo el mayor ruido posible y comenzó a gritarme cosas sin sentido, esas palabras todavía resuenan en mi cabeza cada vez que hablo de esto <con que tu lo trajiste enferma> <idiota, ya se que usas magia negra> <te romperé la cara contra el muro enferma mental> <te estas buscando una paliza mujerzuela> entre otras cosas.

Sin dudarlo comenzó a pegarme, y azotarme con su cinturón, eso dolía de una manera inexplicable. Entre mis sollozos y los gritos de él una idea vino a mi mente, pero no sabía que resultaría de ella.

Mientras se dirigía al baño con las pocas fuerzas que me quedaban logré decirle unas palabras, recuerdo vagamente la situación, pero estoy segura que fue un insulto por su reacción posterior a mi habla.

Cerré los ojos y de pronto sentí que mi cabeza se rompía contra el vidrio de la ventana. El frío me pegaba en la cara como si también fuera parte de esta tortura. Sólo logré pronunciar una palabra que sonó lo suficientemente fuerte como para llamar la atención de este nuevo residente. Auxilio fue lo suficiente para verlo asomarse y poner cara de terror. Vi como se volvía a su casa y pensé que todo había sido en vano, y que ahora lo peor estaría por llegar.

''La bestia'' me tomó por los brazos y comenzó a estrellarme contra la pared, yo sangraba, pero como podía seguía gritando.

De pronto oí unas sirenas a la distancia, pero no distinguía de que se trataba. Recuerdo haber sentido disparos y haber visto la cara de mi vecino entrando al cuarto donde me encontraba, en el piso, sangrando.

Lo último que mi cerebro llegó a procesar fue como se llevaban a ''La bestia'' preso, para luego despertar en el hospital con la cabeza vendada, mientras un médico hablaba sobre mi estado con un joven, que al parecer, era el de que les hablé antes.

Cuando vieron que desperté sonrieron los dos al unísono y yo también en respuesta a ellos.

El joven se me acercó despacio, se acomodó a mi lado procurando no molestarme y me dijo en susurros no tan bajos <Me llamo Joshua, soy tu vecino, al que le gritaste auxilio la otra noche>. Sólo pude pronunciar un "gracias", a lo que contestó con una sonrisa.

El tiempo pasó y yo me fui recuperando, Joshua venía todos los días a verme; y yo amaba que hiciera eso, me hacía sentir especial, y creo que me estaba enamorando poco a poco. El problema fue cuando me dieron de alta y yo no tenía lugar a donde ir, lo que menos quería era volver a esa casa. Joshua como todo un caballero me ofreció a hospedarme en su departamento, y claramente acepté.

Actualmente me encuentro mejor gracias a años de terapia, y estoy residiendo en un hermoso y amplio departamento en Madrid, donde convivo con los dos bellos gatos de mi pareja, y por supuesto él.

Supongo que nunca pensé que la vida me daría la oportunidad de volver a enamorarme de alguien, de siquiera superar esa situación y de que Joshua fuera mi más esperada salvación...


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