Capítulo N°2

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El tercer día de clases se alzaba, y con él, la esperanza de empezar con el pie derecho

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El tercer día de clases se alzaba, y con él, la esperanza de empezar con el pie derecho. No suelo ser pesimista por naturaleza, pero conforme los días pasan, una sospecha se apoderaba cada vez más de mí: Este pueblo parecía atraer la mala suerte como un imán. Cada esquina, cada encuentro, estaba teñido por una sombra extraña, y me encontraba atrapada en este lugar.

Al adentrarme en el recinto educativo al que estaba obligada a asistir, noté de inmediato la ausencia de alumnos en los pasillos, lo cual, me alarmó.

¿Acaso no habría clases? Si ese fuera el caso, ¿por qué las puertas no estaban cerradas?

Decidí internarme más en los angostos pasillos en busca de señales de vida. Fue entonces, cuando mi búsqueda dio frutos: al doblar por el siguiente corredor, fui recibida por una cacofonía de gritos y un gran tumulto de alumnos.

Entre la multitud, divisé a alguien familiar: Seth, quien se encontraba en medio y formando un círculo a su alrededor. Me sorprendió verlo en ese escenario, pero lo que más me desconcertó fue escuchar su voz entre los gritos que resonaban en el aire.

- ¡¿Por qué te metes?! -exclamó con rabia hacia otra persona presente en el tumulto.

Mi curiosidad se agudizó al escuchar los gritos, pero decidí mantenerme a una distancia segura para observar la escena. Desde allí, pude captar la expresión cargada de ira en el rostro de Seth.

- ¡Tranquilo! -respondió una segunda voz, la de su amigo exactamente, con un tono más calmo del rubio.

Decidí acercarme, deseando entender mejor lo que ocurría. En el centro del círculo de alumnos, vi a Seth visiblemente enfadado, su rostro casi enrojecido por la ira, mientras que Koule parecía estar más calmado.

- ¡No me hables! -gritó Seth, con furia en cada palabra. Aunque no parecía ser dirigido al pelinegro.

Los gruñidos de Seth resonaban con una ferocidad que causaba temor, y con cada palabra que escapaba de sus labios, su voz se elevaba, ajeno al lugar y a las personas que lo rodeaban.

¿Por qué nadie intervenía?

- Yo solo dije...

- ¡Cállate! -rugió Seth, cortando bruscamente la voz de su interlocutor con una intensidad que dejó a todos en el lugar en silencio.

Un pequeño sonido de dolor escapó de los labios del rubio, su voz quebrándose en el aire. Con una velocidad sorprendente, llevó las manos a su cabeza, su cuerpo se encorvó, y sus facciones se endurecieron con gesto de sufrimiento.

Su amigo se acercó con calma, con una expresión más serena en su rostro, y colocó su mano en la espalda encorvada de Seth en un gesto de apoyo. Sin embargo, el rubio reaccionó bruscamente, apartándose con rudeza para liberarse de su contacto. Los murmullos de los presentes se intensificaron, entremezclándose con los gritos que resonaban en el aire.

Entre Vampiros y LobosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora