El pasado de Mal

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La isla de los Perdidos lugar dónde los villanos y secuaces fueron mandados por sus fechorías, pero no todo es miedo y maldad en la isla

Cerca del centro de la isla se encontraba el castillo de las Gangas dónde vivían un padre, una madre y su pequeña hija de sólo 5 años recién cumplidos

No eran cualquier familia ya que la madre era mejor conocida como la emperatriz del mal, la reina de la tinieblas Maléfica, y el padre era un simple humano, no era un villano ni un secuaz, de hecho era un hombre noble y sincero que decidió quedarse en esa prisión peor que la muerte, sólo por su amada, que con el tiempo decidieron dar un paso más lejos así, meses después nació una pequeña de ojos verdes y blanca piel

Maléfica no mostraba afecto hacía su hija ya que le parecía débil e insignificante pero su padre le demostraba cariño y amor como todo padre a su hija

Los años pasaban y la pequeña pelimorada para tener sólo unos años de vida era muy seria y con talento para ser villana, lo que lleno de orgullo a Maléfica y algo de temor en su padre

Su padre tenía que trabajar hasta tarde, pero valía la pena pues jamás faltaba comida y la pequeña siempre, incluso en las madrugadas frías esperaba afuera de la puerta a su padre con una sonrisa y un abrazo

Siempre al llegar Mal se columpiaba en la pierna de su padre e intentaba detenerlo para mostrarle que ella era fuerte, claro esta que siempre perdía pero para ellos hasta el intento era divertido

Pero había días en las que su padre no volvía hasta en una semana, eso preocupaba a la pequeña pues su padre era el único en el que confiaba, cuando su padre volvía después de varios días siempre iba acompañado de una mujer totalmente diferente a su madre

Mal sabía o al menos entendía el tema lo suficiente para desconfiar de esas mujeres, ¿por que no desconfiar de su padre? Pues ella le tenía demasiado afecto para notarlo

Ningún padre haría semejante cosa, mucho menos con una hija que le tenía tanto amor y confianza con el que podía ser ella misma sin tener que fingir ser valiente o fría para impresionar a los demás pues ella sabía que ante los ojos de su padre ella iba a ser perfecta tal y como era

Los días pasaban y desde la última vez que Mal vio a su padre junto con otra mujer ella siempre, siempre baja a darle un abrazo y decirle:

—¿Vas a volver verdad?-  le aterraba la idea que su padre se fuese de su lado por estar con otra mujer, a lo que siempre le contestaba su padre:

—Prometo volver pequeña- regalandole un beso en la frente y luego irse...  Pero un día esa promesa de volver... No se cumplió

Son Como Niños | DescendientesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora