Al abrir la puerta, escucho un gemido de dolor. Es una habitación totalmente oscura, alzo mis brazos para encender una lámpara que cuelga del techo, y lo veo ahí. Sentado en una silla, inocente, frágil, aturdido.
Mi amado se encuentra amarrado, sudando de pies a cabeza, con una funda de almohada sucia cubriendo su rostro. Decido saludarlo.
- Buenos días, Álvaro. ¿Cómo dormiste? ¿Qué tal el viaje? -pregunto amablemente.
Veo claramente cómo su cuerpo se estremece al escuchar mi voz, esa voz que no había escuchado en más de 10 años.
- Pero qué es esto? ¿Sofía? ¿Eres tú? ¿qué me hiciste? ¿cuál viaje? ¿no estamos en Jalisco?
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Dulce reencuentro
ContoElla lo dejó. Ella se juró a si misma volver a verlo, cuando estuviera lista. Ella cumplió su promesa, pero ya no era la misma. Ella se vengaría.