Una rutina. Un cambio

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La misma rutina todos los días: levantarme a las 6:00am, caminar a la parada, tomar el bus llegar al trabajo, trabajar, salir, pasar por la parada, encontrarme con la chica que vende jugo en un kiosko y llegar a mi casa.

Todo siguió así hasta que esa chica, que se llama Wendy, de eso me enteré meses después, hizo que la cambiara.

Acababa de salir del trabajo, me bajé en la parada y comencé a caminar poco a poco —nunca tenía apuro. Total en casa me esperaba lo mismo de siempre—. Cuando me acerqué al kiosko noté un cartel que decía «Se vende jugo». Bajé la mirada y me encontré con un libro sobre una mesa: "La sombra" de John Katzenbach. No pude evitar dejar la vista clavada mientras ralentizaba el paso, ella me miró haciendo que desviara la mirada —me había intimidado.

Los días que siguieron quise demostrarle que también era un lector y que podíamos tener mucho en común para conversar, pero lastimosamente leía "La ladrona de libros" en formato pdf, lo cargaba en los archivos de mi móvil, y no sé por qué razón tardé tanto en leerlo si es un gran libro.

Pasado el mes quité prestado "Juegos de ingenio" también de Katzenbach.

Esos días en los que lo estuve leyendo, pasaba por el kiosko, pero de modo que ella pudiera ver el libro. Entre los primeros días lo notó en seguida, guié su mirada hasta el libro prestado que cargaba y que desde que me lo entregaron en manos quise que fuera mío.

Hasta ahora, cada vez que paso, no es necesario que le guié. Ella ya sabe el camino hacia mis manos, hacia esas hojas blanco-amarillentas puesta entre un título y el nombre de un escritor. Y que hasta ahora han sido y seguirán siendo varios.

Ella ha hecho que esos pequeños metros en los que camino sean los que nos unan poco a poco. Hasta que ella o yo nos atrevamos a decirnos algo.

Siempre pasa (Cuentos cortos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora