Sábado: Qué fue de Nosotros

5 2 0
                                    

Sábado: Qué fue de nosotros

25 de diciembre de 1999

La lluvia caía a chaparrones sobre las tristes caras de aquellos que vinieron, desde su muerte en 1996 el Capitán Cósmico había dejado una huella intachable sobre sus habitantes. Al mirar al cielo, los habitantes de Biometric la gente lo veía descender, pero el único descenso que vieron fue cómo su héroe era traído en una caja de madera, sepultado frente una estatua de él mismo con su pose heroica y atrás un lago que lo hacía ver imponente. En su ciudad Nueva York, específicamente en Queens los habitantes lloraban su pérdida colocando su cara o su símbolo en sus puertas. Y el trago era peor porque por negligencias de la alcaldía la figura no pudo aterrizar en su ciudad natal para su eterno descanso.

Aún está en la memoria colectiva así como entre la multitud un ataúd rodeado de héroes en smoking. Nadie quería aceptarlo, la última cosa buena del mundo fue arrancada de la existencia y las Navidades ya no eran noches buenas. Hoy el acto se repite, pero solo hay niños tristes que dejan sus juguetes, jóvenes que dejan velas y sus allegados o mejor dicho gente que conoció venía de traje solo para rendirle un homenaje a su difunto salvador que los salvó de cosas que ellos no querían.

Eran las dos de la tarde, la grama estaba verde y alta, el parque estaba lleno de gente que veía la estatua, rezaba y dejaba sus recuerdos y condolencias. Bajo un paraguas estaba Todd Rivers, quien posaba su altura mayor a la promedio, su piel oscura, rasgos finos en el rostro, su barba superficial, su cabello muy corto, una musculatura bien marcada y traje a la medida.

Todd trabajaba en una prestigiosa empresa de ventas, donde junto a otros quince departamentos; pasaba el día junto al teléfono ofreciendo productos caros a ricos, que al final del día no eran indispensables.

Su rutina consistía en oír constantes reclamos, teclear al siguiente, si lograba vender, tomar datos, marcar lista y llamar al siguiente; la esfera constante era llamar , colgar, teclear, llamar, colgar , teclear, beber agua, llamar, comer , llamar, llamar y llamar.

Un día harto, subió a la azotea del edificio de 27 pisos; ahí se quitó su saco y su chaleco, desabrochó sus mangas y veía la ciudad mientras el viento hacía volar su corbata. Entre luces y ruidos escuchaba en su mente cómo vendía, el ruido de las máquinas de escribir, el click del teléfono, su discurso, los autos, el semáforo los ruidos de construcciones. Sin pensarlo mucho, montó sus pies sobre el murillo de la azotea, vio abajo y la imagen se hizo borrosa.

─Vas a dar un viaje ─le dijo una voz tranquila.

Ésta le hizo abrir los ojos, al voltearse vio ante él la legendaria figura, el héroe de héroes el Capitán Cósmico.

Éste aterrizaba sobre la azotea con su traje negro y el símbolo de una partícula con electrones girando en el medio de un centro color blanco ubicado en su pecho, sus botas, guantes y el cuello del traje también eran blancos, llevaba un antifaz negro y cabello era corto y de color castaño.

─Eres tú ─dijo Todd.

─El mismo, dime, ¿en qué ibas?

─ ¿Qué es lo que quieres? ─preguntó apartándose del borde.

─Yo nada, sólo patrullaba

─Y casualmente diste conmigo ─dijo incrédulo─ ¿Qué quieres de mí? ─el Capitán se rio.

─Hay miles de personas en esta ciudad amigo, sé un poco más humilde

─ ¿Qué quieres, tomar la buena acción del día?─dijo con un tono burlón e irritado.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Aug 19, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

El Equipo Cósmico: Siete Días pare el Fin #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora