1.- Evangeline Dorne

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La gente dice que uno no sabe lo que tiene hasta que lo ve perdido. Un objeto, una posición o un amor que de un momento a otro se antoja efímero y desaparece dejándonos con esa sensación de no haberlo vivido plenamente, de no haberlo descubierto por completo, de no haberlo cuidado como debimos y los deseos de haber pasado más tiempo entre las mieles de nuestro motivo de deseo, de nuestra causa perdida o de nuestro amor ahora imposible nos invaden sin poder hacer nada para remediarlo.

Irremediable, pues fue tuyo y como si fuera a estar ahí para siempre... pasaste de él.

Nostalgia es la palabra que se me ocurre más apropiada para describir el sentimiento posterior a la pérdida, pues nos invaden los recuerdos de aquellos tiempos donde todo era perfecto incluso sin darnos cuenta y ahora que ya no está... la soledad repentina nos atrapa y nos deja impotentes.

La vida puede llegar a ser cruel cuando se lo propone.

Pero, ¿Qué será más doloroso?, ¿Sentir la pérdida de un solo golpe?, como cuando ese buen amante, rompiendo un cálido abraso, se viste por ultima ves frente a tus ojos y no regresa más. ¿O sentir la pérdida poco a poco?, anticipando lo inevitable, con la plena certeza de que no existe solución alguna para mantener a tu lado eso que se te escapa.

Tal vez dependa del motivo de tu nostalgia... en mi caso me dolería mucho más el no tener a ese buen amante en mi cama otra vez, que lo que me dolería ver las hojas caer en otoño, conociendo plenamente que no existe medio humano para mantenerlas en su lugar.

Entre mis pensamientos alcancé a escuchar a lo lejos mi nombre, había llegado el momento. Levantándome de esa incomoda banca larga de madera de cedro me dirigí con paso firme pero lento al pequeño estrado.

Qué bueno sería que mi dolor lo causara la pérdida de un amante o la caída de las hojas de otoño, de esa forma aún la tendría a ella a mi lado para consolarme, o para darme un cada vez más loco consejo, proveniente de esa nublada y hermosa mente.

<<Su nombre era Evangeline Dorne >> dije de frente a los invitados.

Sentados en las primeras filas se encontraban distinguidos comerciantes, afamados escritores y señoras de sociedad, todos luciendo sus caros trajes y vestidos de luto.

Montón de hipócritas, pensé. Desde que su enfermedad empeoró todas sus "Finas amistades" se alejaron de ella, mandando costosos arreglos florales de vez en cuando para compensar su ausencia.

Sin embargo nunca estuvo sola, pues el cariño verdadero parece darse con más facilidad en las cunas humildes, no lo digo con desprecio si no con genuina sorpresa y agradecimiento.

Los empleados de la editorial y sus familiares junto con los empleados de la mansión y sus familiares llegaban a visitarla alegando que la señora Evangeline siempre los trató con amabilidad y les aseguró un empleo digno además de siempre estar atenta a las necesidades de sus familias.

<<El día de hoy nos reunimos en esta capilla para despedirla y honrar su memoria >> mencioné con voz clara, serena pero triste.

Ser el hijo único de una madre que a su vez era hija única mostraba en ese momento una gran desventaja, pues al mirar a todos los presentes no encontré a ningún familiar que realmente me acompañara en dolor.

Mis abuelos murieron en un accidente de auto cuando yo era pequeño y mi padre abandonó a mi madre por una mujer oriental poco tiempo después, dejándola sola con la mitad de la fortuna de mi padre y conmigo por supuesto.

Hace dos años nos entramos de qué padre murió en el lugar de nacimiento de la mujer oriental y que tenía un hijo con ella. Después de eso mi madre agravó su estado, sus problemas de memoria aumentaron hasta un punto peligroso de los que exceptuando cortos periodos de lucidez nunca pudo recuperarse.

En el claro de lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora