3.- Leví

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El fino olor a hierbas impregnando el lugar le arrancó una sonrisa, el té estaba listo. Miró por la ventana agradeciendo a la luna llena por regalarle esa clara y fresca noche.

Caminó lentamente hacia la puerta, descalzo, sintiendo el tibio piso de madera de su cabaña. Abrió la puerta y apoyó su espalda en el marco contemplando el exterior.

El verde pasto yacía orgulloso dentro del claro y el susurro del riachuelo cercano le daba las últimas noticias: Una serena noche más en el claro de luna.

Encaminó su mirada hacia los bordes del riachuelo, del otro lado comenzaba a alzarse la inmensa espesura del bosque.

Decenas de luciérnagas sobrevolaban alrededor de la cabaña, otras tantas se refugiaban en el pasto, prendían y apagaban su verdeante fluorescencia intermitentemente, entraban al bosque y salían del mismo siguiendo su misteriosa danza. Vigilando.

La escena era mágica, la iluminación que emitía la cabaña era casi nula, se limitaba a la luz del fuego con el que se hiso el té. Leví escuchó a lo lejos el aullido de un lobo, segundos más tarde, decenas de aullidos lo acompañaron.

A la carga mi amigo, esta es tu noche, pensó.

Leví tenía la certeza en el fondo de que estos días tranquilos estaban por terminar, las corrientes de energía no fluían de la misma manera desde hace varias lunas y unos ojos miel, escondidos tras la penumbra, lo acechaban en sueños.

Los sueños del Guardián no se tomaban a la ligera, pero esa noche había luna llena, la esperada noche en la que la manada salía a cazar, las tradiciones se respetaban en el claro de luna y Leví entendía eso más que nadie. Esperaría a que la caza terminara para convocar a los ancianos, los pondría alerta y les pediría consejo.

Se sirvió una taza de té de la visión, salió al pórtico y sentado en una mecedora de madera y hojas de palma comenzó un antiguo ritual de claridad, tal como el anterior Guardián lo había realizado, y el anterior antes que él y así hasta remotos tiempos en los que los terrenales y los sobrenaturales convivían pacíficamente.

Las luciérnagas alrededor de él comenzaron a danzar de manera diferente, el canto que recitó pidiendo permiso a la naturaleza para adquirir claridad fue respondido, Leví siguió bebiendo su brebaje olvidándose de todo, las verdes luces comenzaron a marcar el camino, dirigiendo su alma a un lugar donde no existe el tiempo y el espacio es relativo.

Ahí la vio a ella, a su pequeña hermana, una preciosa niña de mirada miel y pelo caoba, estaba rodeada de un fino halo de brillante luz blanca.

<<Leví, te he extrañado tanto, pensé que nunca volveríamos a vernos>> dijo la pequeña.

<< Angie, que alegría verte>> dijo Leví tratando de contener el llanto. Si su querida hermana Evangeline se presentaba a él de esa forma, solo podía significar una cosa, Evangeline había muerto.

<<Puedo recordarlo todo, hermanito, no tienes por qué sentirte triste, ahora podré estar cerca de ti>> dijo Evangeline tratando de tranquilizar a su hermano.

<<No debes hacer eso Angie, eres Luz ahora, tu espíritu es libre para reencarnar o para regresar a ser parte de todo>> dijo Leví.

<<Eso es lo que me dijeron allá arriba, pero ellos no entienden que mi lugar está en el claro de luna, porque, Leví, he tenido una revelación, solo yo entiendo la importancia de quedarme en el claro>> Insistió la pequeña Evangeline.

<<Conoces las reglas, el que entra no vuelve a salir>> mencionó su hermano.

<<Entonces tengo que pagar mi deuda, Leví, yo fui la única que salí, ahora tengo que regresar>>.

<<Puesto que tú lo quieres, que así sea. Yo Leví, Guardián del bosque y protector del Claro de Luna, concedo la entrada al espíritu de Evangeline Dorne, para que forme parte de las corrientes de magia como un Susurro del bosque. >>

El espíritu de Evangeline adquirió la forma etérea de una esfera reluciente.

<<Rondarás el bosque cuidando a sus habitantes, uniendo tu esencia a la esencia misma de la vida, serás árbol y arrollo, piedra y fuego, viento y lluvia, pero sobre todo serás corriente de magia. Responderás solo al llamado de tu señor, el Guardián del bosque y susurraras a sus oídos y a los oídos de su pueblo alerta de cualquier mal que aceche el Claro de Luna. >>

Dicho esto, la esfera emitió un sonido imposible de describir, fue simplemente hermoso, inofensivo y dulce, no dijo nada pero Leví entendió perfectamente su significado. "Gracias".

La esfera levitó de regreso al Claro llevando a Leví atrás de ella, a lo lejos el guardián pudo ver su cuerpo aparentemente dormido en una mecedora fuera de su cabaña, caminó hacia él y colocó su mano espiritual en el hombro carnal del mismo.

Leví despertó sosteniendo una taza de té entre sus manos, mientras abría los ojos observo una esfera reluciente levitando sobre el arroyo, la observó durante unos segundos, instantes después algunas esferas parecidas a la primera se acercaron al riachuelo.

Los susurros del bosque le daban la bienvenida a su hermana.

Leví se quedó despierto una o dos horas más observando las hojas de té dentro de su taza. El sol salía en el Claro de Luna, las luciérnagas se escondían en los pastizales y Leví estaba listo para convocar a los ancianos.

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⏰ Última actualización: Sep 01, 2016 ⏰

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