Capítulo 5

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EL calor de agosto era sofocante y amenazaba una tormenta. .____ se apartó
de los ojos el fleco demasiado largo y trató de concentrarse en la transcripción de su
taquigrafía. Tendría que ir a Bolonia a cortarse el cabello, pues el corte antes
elegante, ya no tenía forma.
¿Pero, qué importaba eso?, pensó cansada, cerrando los ojos y dejando caer los
hombros. Su valerosa intención de seguir adelante con su vida, sin mirar hacia atrás,
había fracasado totalmente. ¿Cómo podía dejar de pensar en el pasado, cuando dos
días antes descubrió que estaba embarazada? Dos días de recordar esa tarde, hacía
más de seis semanas, cuando su hijo fue concebido. Dos días enteros de alternar entre
la incrédula alegría de saber que su cuerpo albergaba una nueva y valiosa vida, creada
con el hombre amado, que el temor de que el accidente la había dejado imposibilitada
para concebir, fue infundado, y la consiguiente desesperación de saber que ya era
demasiado tarde.
Justin ya tenía un hijo que acogió en su hogar, reconociéndolo, y la mujer a la
que nunca dejó de amar con una pasión obsesiva, estaba dispuesta a ocupar el lugar de
ella, como su segunda esposa.
¿En dónde la dejaba eso a ella? En una situación en extremo difícil. Sus padres
regresarían de su crucero alrededor del mundo a mediados del próximo mes, y aunque
se entristecerían al conocer la noticia de su inminente divorcio, se mostrarían
comprensivos y la apoyarían. Pero no podía alojarse en el hogar de sus padres en
espera del nacimiento de su hijo, cuando a menos de medio kilómetro de distancia,
Justin se instalaba en South Park con su nueva esposa y su hijo. Eso los colocaría a
todos en una situación imposible, a la que ella no podría enfrentarse.
— ¿Estás bien? —____ reconoció la preocupación en la voz de William y abrió los
ojos, irguiéndose con un sentimiento de culpa.
—Estoy bien, sólo tengo calor —sonrió tensa. Últimamente, casi no sonreía y
trataba de que la relación entre ellos fuera más formal. Justin vio lo que ella no pudo
ver... que William se interesaba en ella más como mujer que como secretaria.

Pero, su amor por Justin estuvo tan arraigado en ella durante tantos años, que
eclipsó su interés por el sexo masculino.
—Se aproxima una tormenta —William se acercó, colocándose detrás de ella y
apoyando ligeramente las manos sobre sus hombros; ____ sintió que todo su cuerpo su
ponía rígido, en un gesto de rechazo.
El era un hombre muy inteligente, un jefe amable y considerado, sería un esposo
excelente para cualquier mujer, pero ella no era esa mujer. Su intuición femenina
había captado las vibraciones que le advertían que él pensaba que sí podría serlo. Era
un hombre honorable, no del tipo que quisiera una aventura. Y recientemente, ella
abrió los ojos y vio lo que Justin asimiló de inmediato. Las señales estaban allí, si ella
tenía el valor de buscarlas... la forma en que el rostro de él se iluminaba cuando ella
entraba a una habitación, cómo sus ojos se detenían en sus labios, y cuando la tocaba,
sin haber necesidad de hacerlo. Como ahora.
Se movió con brusquedad en su asiento y él apartó las manos de inmediato, pero
le dijo a toda prisa.
-Ya deja eso, no hay prisa. Mis editores no me fijan un límite de tiempo.
Cruzó hacia el otro lado de la habitación y, aunque le daba la espalda, podía oírlo
hojear los papeles que estaban encima de su escritorio y mantuvo la mirada fija en su
taquigrafía.
El libro estaba terminado, excepto por algunas páginas que debía mecanografiar;
una vez que lo hiciera, habría concluido su trabajo y estaría en libertad de irse;
aunque allí había encontrado cierta seguridad, no podía esperar más. Debía ordenar su
vida futura, sin mencionar la de ese hijo que aún no nacía. Necesitaba estar sola, sin
presiones, antes de decidir la mejor forma de ganarse la vida, para sostener a su
bebé.
—Hace demasiado calor para trabajar —murmuró él desde el otro lado de la
habitación y luego añadió más animado—: Además, casi es la hora de la cena. Mariette
dejó una carne fría y ensalada. ¿Por qué no vas a refrescarte un poco?
Cuando ella se puso de pie y estaba a punto de anunciar que prescindiría de la
cena, él se lo impidió.
-Tu trabajo temporal aquí se acerca a su fin. Me gustaría discutir eso contigo
durante la cena.
—Por supuesto —cubrió la máquina de escribir y se dirigió a la puerta, con la ropa
pegada al cuerpo por el agobiante calor. Antes que nada, él era su jefe y si quería
discutir con ella la terminación de su trabajo, no tenía derecho a negarse.
Además, era un jefe generoso, reflexionó cuando diez minutos después se metió
a la ducha. Había ahorrado la mayor parte del espléndido sueldo que él le pagaba y
sabía vivir con humildad... lo que haría cuando regresara a Inglaterra para buscar un
trabajo que le permitiera sostenerse. No sería fácil, pensó mientras se secaba y se
ponía un holgado vestido de algodón sobre la escasa ropa interior; luego se lo abotonó
y aunque llevaba un cinturón, decidió dejarlo suelto. Hacía demasiado calor para
soportar nada ceñido. .

Obsesión salvaje Justin Bieber y _____Donde viven las historias. Descúbrelo ahora