Capítulo 1: Leonor

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Era una linda tarde de Noviembre, el clima no era muy caluroso ni muy frío era ideal para sentarse a tomar un café con un buen libro de poesía entre las manos. Leonor caminaba todos los martes al salir de la Universidad hasta la librería, cuando llegaba tomaba los mejores libros de poesía que encontraba y se situaba en su sillón favorito. El simple hecho de estar ahí le causaba tranquilidad, con todo en silencio, solo estaba ella y sus pensamientos.

Llegó a la librería y empujó la puerta de cristal cerrándola tras ella, dio un fuerte suspiro y froto sus manos, acto seguido se quito los guantes, mientras se dirigía a los estantes se encontró a Sarah, la dueña del lugar la cual le sonreía sosteniendo unos libros. Era una mujer rubia ojos verdes claros que se protegían con un par de gafas, era de pequeña estatura y conservaba buen cuerpo para su edad.
—Me alegro mucho de verte, Leonor—Leonor sonrío agradecida.
—Igualmente, Sarah—La mujer asintió mientras se daba media vuelta para regresar a su escritorio, Leonor se encargó de buscar sus libros y se dirigió al sofá color caqui que tanto amaba. A nadie le gustaba estar ahí por que no estaba situado donde a las personas les gustaba estar, estaba llenos de libros viejos que no eran tocados por nadie y el olor del polvo solía causar alergias.
Al llegar se percató de algo que la sorprendió demasiado, había alguien ahí sentado en su sillón (que prácticamente no era de ella), se quedó viendo un momento disgustada pensando en como llamar su atención, no tuvo que pensar demasiado por que el chico la vio. Leonor se sobresalto y acomodo su rizado cabello detrás de su oreja. El chico la miró unos segundos y pasó la mano por su pelo.
—¿Sucede algo?—le preguntó a Leonor.
''Claro que ocurre algo, amigo'' pensó Leonor.
—No, es solo que, estás en mi sillón favorito—agarró sus libros con fuerza y le tendió una pequeña sonrisa nerviosa.
—Oh, lo siento mucho—dijo él buscando su mochila—,este también es mi favorito—se levantó cargando su mochila de un lado dirigiéndose a Leonor—. Es solo que yo venía todos los jueves, pero no te preocupes, linda, es todo tuyo—comenzó a alejarse como si nada y Leonor no pudo evitar sentirse mal, creyó que lo echó de ahí cuando no estaba en su derecho de hacerlo.
—Oye—le dijo Leonor lo cual llamó la atención del muchacho—,no te vayas, verás podemos compartirlo—ambos sonrieron y se sentaron en el pequeño sofá, Leonor hacía lo posible para mantenerse alejada de él, pero a él ni siquiera le importaba. Aunque no hubieran cruzado palabras mejores o miradas disfrutaban de su compañía mutuamente. 

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