Esas galletas la hicieron sentir especial, tenía la rara intuición de que el chico lo hizo para que ella supiera que no le caía mal, por lo menos eso pensó.
Al pasar una semana Leonor tenía que agradecer su gesto de una manera, de esa manera iba a exteriorizar lo que sentía. Llegó el martes de la semana 4 del mes, Leonor lo espero pero esa vez no llevaba un libro en la mano, ella sabía lo que él quería, no a ella en sí, pero si su amistad y Leonor estaría contenta de ser su amiga.
Cuando el chico llegó pasó entre los estantes con una gran sonrisa, al sentarse al lado de Leonor, ésta entró en pánico. Inhalo y exhalo hasta que dijo:
—Me gustó mucho tu obsequió—sonrió de lado y él la volteó a ver
—Me alegra que te haya gustado—miro a Leonor con agradecimiento y anexó—,disculpa que no me haya presentado antes, me llamo Nathan.—extendió su mano hasta Leonor.
—L-leonor, yo soy Leonor—le tendió la mano igual.
Leonor en diferencia de Nathan era más tímida e insegura con sus palabras, pero él parecía tranquilo y actuaba natural.
Llegó la hora de irse y Leonor se despidió con cortesía, Nathan aseguró que se quedaría un rato más y lo dejó ahí.
Al tomar el autobús una voz gritó antes de que ella subiera.
—Leonor, ¿podría acompañarte?—dijo cuando ella se dio la vuelta para ver quien era.
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Constelaciones.
Romansa-Siempre te amaré.-suspiró él. -Nada dura para siempre.-repuso ella. -No, pero si millones de años luz.-sonrieron. (En proceso de escritura y edición.)
