Epílogo

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Claro que no… en el fondo no era amor, todo era un trastorno, ganas de envolver a otras personas en tus mismos traumas. Es la necesidad de creer que no estás solo, que lo que haces no está mal. Es el miedo que te generan las personas cuerdas, es la seguridad que te generan las personas locas. Ambos lo saben, pero prefieren no hacerlo, por eso van a seguir bailando esas torcidas melodías que solo ellos escuchan y riendo hasta el hartazgo con sus camisas de fuerza ajustadas en un cuarto blanco y acolchado, pues los doctores del manicomio están por llegar, aunque eso no les preocupa. Siempre encontraran una forma de salir… siempre.

Experiencia de Manicomio (18+)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora