Otoño, Septiembre 1992.
Alonso.«El otoño es un ciclo de renovación, tanto para los arboles, como para mí. Es donde me deshago de todo lo que me hace daño.»
Alethia me lo repetía una y otra vez, antes de que él otoño llegara a la ciudad. Y ahora que comenzaron a caer las primeras hojas de los arboles, se emocionó.
A veces solía tener pensamientos muy raros, pero no la juzgo, cada quien tiene su filosofía de la vida, ¿no es así?. Y si en parte eso era lo que la mantenía feliz, por mi no había problema.
En estos meses me ha enseñado tantas cosas, me enseñó a volver a ser feliz, a disfrutar cada día de mi vida como si fuera él último. Ella y yo nos volvimos cómplices de nuestras aventuras.
Mis sentimientos hacia ella se habían intensificado, de forma inconsciente ella se encargó de enamorarme cada día, no había vuelta atrás.
—Llegaremos tarde a la función.—la tomé de la mano para que corriéramos juntos.
Alethia se paro por la falta de oxigeno. Me sorprendí pues apenas llevabamos un par de metros.
—¿Te encuentras bien?.—la miré preocupado, él dolor se reflejó en su rostro y se puso aún más pálida.
Cerró los ojos con fuerza y respiró con dificultad
—Si, no te preocupes. Es la condición, me falta hacer mas ejercicio.—hizo un intento de risa.
—¿Estas segura?.—dije no muy convencido.
—¿Por que no te adelantas a comprar los boletos? En unos minutos te alcanzo.—puso una mano en su pecho oprimiendolo suavemente.
—La película puede quedar para después. Lo que me importa ahora eres tú.
La verdad es que últimamente a estado muy rara, la he visto mas delgada y pálida. Se cansaba demasiado rápido, aunque ella dijo que era por que se desvelaba leyendo los cómics.
Una parte de mi no le creía, pero no quería angustiarme demasiado, por algo que tal vez era gripe.
—Te quiero mucho, ¿si lo sabías?.—me sonrió poniendo su mano en mi brazo buscando soporte.
—Y yo a ti, ¿lo sabías?.—besé su frente.—¿Crees poder caminar?.
Negó.
—Creo que... me lastime el pie.
La tomé en mis brazos llevándola a mi casa, ahí mi mamá podría ayudarme con ella.
—¿Pero que pasó?.—alarmada al ver a Alethia en ese estado bajó rápido las escaleras.
—Se siente mal, y al parecer se lastimó él pie.
—Llevala a tu cuarto, ahora mismo subo.—se fue directo a la cocina por los medicamentos.
Con cuidado de no caer, subí con ella hasta mi cuarto, la recosté con delicadeza en mi cama.
—Me preocupas, Alethia. Esto ya no es normal.—quité un mechón de cabello de su cara.
—Es solo una gripe, Alon. Estaré bien en unos días.
Mi mamá llegó con él botiquín, y comenzó por ponerle pomada en su pie para después ponerle una venda. Le dio los medicamentos para la gripe y se quedó dormida.
Una vez abajo miré a mi mamá preocupado.
—¿Tu crees que sea gripe?.—le pregunté esperanzado.
—No, esta demasiado rara para que sea gripe. Pero rogemos por que solo sea eso.
—Tengo miedo, mamá.—me senté en las escaleras tomando mi cabello.
—Tranquilo. Todo estará bien.
—La amo. No quiero perderla.
(...)
Afortunadamente al día siguiente al llegar a su casa la vi un poco mejor.
—Quiero invitarte a un lugar.
—No se si sea posible.—dijo algo triste.—No creo que mi madre me deje salir.
—Dile que sera por un rato, es importante.
Tomó su abrigo y se lo colocó junto con una bufanda color vino. Cerró la puerta tras ella, sin pedirle permiso a su mamá.
—¿A donde me llevaras?.—metio sus manos a los bolsillos, hacía frío.
—Es una sorpresa, pequeña rebelde.
(...)
—¿La florería?.—dijo incrédula.—Me salí de casa sin permiso para venir a la florería, ¿en serio, Alonso?.
—Eso no es todo.—la tomé de la mano llevándola por la puerta trasera del local que se encontraba cerrado para los clientes.
Braulio y mamá me habían ayudado a decorar un poco la florería para la ocasión. Pusieron velas por todo alrededor y reacomodaron las flores haciéndolas ver como si fueran hechas para ese momento.
—Alonso, ¿que es todo esto?
—Alethia.—tomé sus manos, mirándola directamente a los ojos.—Haz cambiado mi vida para bien, me haz enseñado a vivir, a amar, vaya, una lista interminable. Él punto es, que por mas que he tratado de ignorarlo, mi corazón no deja de latir fuertemente por ti. Estoy enamorado de ti, Alethia. Y nada me haría mas feliz que tu aceptaras ser mi novia. ¿Que dices?
Braulio entró con un ramo de margaritas, y se las dio. Noté como una lágrima recorría su mejilla, ¿había dicho algo mal?.
—Hey, no, no llores.—limpié la lágrima con mi pulgar.—Creo que metí la pata.
—Acepto.—dijo con una gran sonrisa.
—¿Qué?.—no lo creía.
—¡Acepto ser tu novia!.—sin esperarlo me besó.
Sus labios, tan suaves y delicados, tanto tiempo deseando besarlos y al fin estaba sucediendo.
Miles de sensaciones invadieron mi cuerpo. Sentí como si una luz se prendiera en mí, recorriendo todo mi cuerpo.
Él momento era perfecto. La tomaba en mis brazos con miedo a perderla.
—No sabes cuanto he soñado con este momento.—susurró sobre mis labios.
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Así era ella ; a.v. | o.s.
Fanfiction«Desde él cielo a mi llego, una especie de amor, que te juro que no conocía, que partió en dos mi vida.» -Alonso, ¿aún no te haz dado cuenta?. El Otoño nos hace ver lo hermoso que es dejar las cosas ir. «Ya no puedo regresar el tiempo atrás. No sabi...