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"Culpable", sentenciaba la autoridad. "Eres un enfermo mental", exclamaba la gente. Todos deseaban mi ejecución, y una risa ronca brotaba de mí ser.
Nadie entiende cómo puedes llegar a amar el dolor, el miedo en sus ojos. Aquellas pupilas que brillaban de fantasías, aplastadas por mis anhelados actos. Oh, qué deleite. Y aun si merezco morir, probablemente lo haría una vez más. Mis buenos sentimientos los dejé de oír muy joven, y no me arrepiento. A causa de su agonía, puedo respirar y vivir.
Jamás, nunca, pediré perdón.
Cada parte de su ser, me llamaba, me atraía a su red. Soy inocente al caer en su elegancia, su sensualidad y su notoria inexperiencia.


Mónica #CDP2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora