Parte 1

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SoonYoung en ese entonces tenía 20 años, su vida era tan monótona y aburrida, sin ninguna alegría en ella. Sus padres, como hasta ahora, estaban absorbidos por el trabajo, viajes de negocios, fiestas, amantes; pero a él todo eso ya no le importaba, a razón de que a sus diez años el mayordomo, casi un padre para él, le explico que la relación de sus padres no era en realidad de amor y todo lo que eso conllevaba en un matrimonio, simplemente dijo que ellos aún estaban juntos porque así lo decidieron, nada más para mantener la buena imagen que se habían creado ante la sociedad.

SoonYoung gusta de ir caminando a todos lados, incluso ahora, siempre y cuando la situación le permita hacerlo. En ese entonces andaba sin auto por todos lados y si las distancias eran demasiado largas solo debía tomar el bus. Ese día, exactamente eso había hecho, caminar a clases para hacer algo de ejercicio, sin embargo cuando iba de regreso a casa, mientras miraba el cielo de color gris y solo iba viendo de reojo no tropezar con alguna otra persona, captó un sollozo que le hizo detenerse ipso facto y mirar hacia la izquierda, se había encontrado con una "caja sollozante".

Acercándose a la caja, extrañado por el sonido y preparado para salir corriendo por si era algún animal, los cuales, aún ahora suelen atacarle, asió la caja por los bordes y la levantó, no había ningún animal dentro o por lo menos no del tipo de los que le atacaban, grande fue su sorpresa al encontrar una pequeña niña enfundada en un largo batón que había sido blanco. La pequeña se encontraba hecha una bolita y la luz que entró del exterior solo hizo que apretara más sus piernitas con ambos brazos, llorando aún más fuerte, a SoonYoung se le encogió el corazón e intentó acercarse con cuidado intentando convencerle de que no le haría daño, él recuerda perfectamente que la pequeña niña le miró y en sus ojitos pudo apreciar el temor, su carita estaba demasiado sucia y sus cabellos se le pegan al rostro por las lágrimas que le mojaban. Decidió no moverse demasiado brusco hacia ella así que se dejó caer al suelo sentándose a una distancia prudente para ganarse su confianza, la gente que pasaba no les hacía caso, algunos siquiera les veían y solo seguían su camino, en realidad eso no le importaba, al contrario, era mucho mejor a que se acercaran como buitres a investigar y luego no hicieran nada para ayudar; como para completar el cuadro, minutos después comenzó a llover, la pequeña no se movió pero SoonYoung sí, preocupado porque enferme, sacó el impermeable de su mochila y cubrió a la menor con él. Ella por fin pareció tener una reacción, levantó la mirada hacia él y pronunció "gracias" en un débil susurro.

La lluvia se hizo cada vez más fuerte, pensando unos segundos donde poder ir, recordó el departamento que sus padres le regalaron como compensación de hacerse pasar por  una familia amorosa durante la boda de alguno de sus clientes, para ellos, esa "compensación" fue como comprar una goma de mascar. Diciéndole a la pequeña que deben irse para no enfermar, la carga con cuidado, ella tiembla, y él no sabe si de frío o de miedo, ella no esclarece sus dudas y solo se aferra con mucha más fuerza al impermeable; él la mantiene bien sujeta y se dedica a detener un autobús, los taxis no se detienen, posiblemente porque se encuentra completamente mojado.

La travesía constó de la toma de dos autobuses y una caminata de tres cuadras, logrando así llegar al edificio correspondiente en una costosa zona residencial; la pequeña se había dormido entre sus brazos desde que estaban esperando el segundo autobús.

Al cruzar el dintel de la puerta automática en la entrada, se topó con el portero y él, según recuerda, le ha mirado con recelo al observarlo de pies a cabeza, preguntándole a quien está buscando, SoonYoung contestó que en realidad es dueño del piso 2, por supuesto el empleado no le ha creído y lo siguió, mirándole reprobatoriamente cuando dejó empapado todo el piso del elevador. Bajando en el piso correspondiente no hay más que una solitaria puerta al inicio del pasillo, saliendo del elevador y acercándose a ella, con dificultad digita el código de acceso, la niña en sus brazos siguió completamente dormida y eso le causó un poco de angustia, con tanto ruido el ya hubiese despertado. Al abrirse la puerta el portero se habrá dado cuenta de que no mentía y les dejó solos al fin, disculpándose ceremoniosamente antes de desaparecer tras las puertas del elevador.

Lo que encontré un día, a mi izquierda.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora