2 Niños en el apocalipsis

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La capa de polvo se disolvió dando paso a una habitación a oscuras; por un momento se amedrento temiendo encontrar otro de esos seres.

Pero el destino predijo otro suceso, una cosa que lo dejo tan perplejo que solo el caer de un cuerpo sobre la alfombra logro despertarlo.

-- ¿Jaime...? –Musito en un hilo de voz al sentir sus extremidades 15 kilos más pesadas.

Un movimiento del contrario basto para reconocer que se encontraba bien, estaba a salvo y el ruliento no podía quitar esa sonrisa de su rostro al rodear con sus brazos el cuerpo ajeno. Presionando como si temiera que si lo soltaba este se desvanecería como un sueño, un sueño en el que Edgar tendría que sobrevivir solo viendo como sus amigos se volvían esas criaturas.

-- Oh weon pensé que... –Se interrumpió a si mismo al tratar de buscar palabra alguna que decir "¿te había perdido?" ¿Sonaría como demasiado?, eran cosas que de verdad pensaba a pesar de la situación; hasta que el peso sobre su hombro se volvió más como un peso muerto sobre sí mismo. – ¿Jaime?, ¿¡Jaime!? –Por un momento su corazón se detuvo al no recibir respuesta ni movimientos ajenos, más pronto se desvanecieron al sentir una lenta respiración contra su cuello.

Se había quedado dormido, esperaba que por cansancio.


No fue usual de su actuar el ir a buscar a sus amigos, a sus cabros; después de tantas series, películas y videojuegos se había engatusado con la idea de ser un "lobo solitario" como era la definición más usada; el hecho de llevar a alguien a cuestas y velar por su seguridad no le producía tantos sentimientos. Mas al comenzar a ver los efectos sobre la población no dudo ni un segundo en buscar al conocido más cercano que tuviera (y a sus gatos), quien, por su sobre pantalla de "enojón" dudaba que estuviera vivo para cuando esos monstruos se volvieran totalmente agresivos.

El primero que diviso estando realmente activo fue el que yacía frente a la casa del Jaime, activo entre comillas al solo ser la burda recreación de un tapete de bienvenida mordisqueando y rasgando la madera de la puerta principal con esmero. No necesito mucho esfuerzo para enterrar el mango de un rastrillo en el cráneo del ser (aguantando sus ganas de vomitar); era fácil traspasar aunque luego tus armas quedaban atrapadas entre cartílago y huesos humanos. Asqueroso.

El cuerpo quedo apoyado contra el mármol; cayendo al momento en que empujo la puerta

Un fuerte estruendo se hizo resonar por los muebles que estaban cubriendo la puerta, los cuales cayeron sin remedio al estar en una torre extraña frente a la entrada; no quedaba mucho de esta por lo cual logro entrar fácilmente esperando encontrar no más que un montón de muertos vivientes o peor, una escena de suicidio. Hoy tuvo suerte.

Salió de la vivienda con el mencionado en su (adolorida) espalda más 2 nuevas mascotas de viaje, maldecía que fuera tan buena persona como para llevárselo en brazos sabiendo que podría caminar y más encima a los dos canes a los cuales les rogaba que no ladraran; ay Edgar nunca aprendes. Camino sin un rumbo especifico al temer volver a su hogar, no esperaba una horda de esas cosas pero si encontrarse con uno o dos cuando mucho de los cuales no podría defenderse trayendo la carga a sus espaldas. No como si Jaime fuera una carga a su persona, estaba bastante aliviado de tenerlo. La Juancha podría serlo al tratar de encaramarse por su pierna izquierda, celosa de mierda.

Deteniéndose de vez en cuando para ojear la herida en el cuello del rojo, revisar que el Parrilla y la Juancha estuvieran a salvo; Edgar se encontró finalmente frente a lo que parecía ser una de esas bodegas enormes para guardar pertenencias de todo tipo, una estaba abierta por lo cual no pensó dos veces antes de levantar el portón de latón sin tanto esfuerzo, hizo mucho ruido así que se apresuró antes de hacer aún más. Cerro la compuerta para dar paso a la pura visión de oscuridad; no se oía nada así que al fin pudo relajarse. Respiro dejando salir todo el estrés al compás de su mochila al caer y sus rodillas que lentamente se resbalaban hasta quedar sentado sobre el cemento; ambas respiraciones (una más calmada que la otra) provocaban una suave atmosfera más acogedora que la del exterior, ambos cuerpos irradiaban ese calor característico hasta casi formar un manto sobre ambos, si, podría acostumbrarse a esto.

[Jaidefinichon]SIN SEÑAL (ni hoy ni nunca)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora