Único capítulo

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Mis manos entumecidas por el frio de la noche, la punta de mi nariz congelada, y sin embargo no quiero entrar aún a la casa. Me apretó un poco más la manta que llevo en mis hombros y sorbo casi indecorosamente mi nariz, a quien engaño, es muy poco femenino y está fuera de todo protocolo que una señora de alta sociedad como yo debería cumplir. Pero ahora mismo me importa una mierda el protocolo, como así también la seguridad y la exposición en que me encuentro a las tres de la madrugada en el balcón de mi habitación.

Veo a lo lejos el gimnasio con las luces encendidas, tan cercano al embarcadero que por un momento pensé que se dirigía al Grace en lugar de simplemente meterse con Taylor en aquel lugar a hacer quien sabe cuánto ejercicio. No era la primera vez que pasaba, pero si era la primera vez en que no pudimos arreglar nuestros asuntos antes de acostarnos a la hora habitual. Toda una semana teniendo discusiones por cualquier miserable motivo, pero sobre todo las empezaba yo y unas muy pocas veces Christian por algún motivo que yo le daba.

Una gota cayó en una de mis manos, y se sintió caliente en medio de tanto frio. Entonces me di cuenta de que no había dejado de llorar en lo que había visto a mi esposo alejarse demasiado enojado como para hablar. Desvié la mirada de donde sabía que estaba, y limpie bruscamente mi rostro obteniendo seguramente unas marcas horribles en mi piel sensible.

Tantos años juntos, tantos momentos que ahora mismo quedaban relegados en medio de la oscuridad apenas vencida por la luna de invierno que se reflejaba en los copos de nieve que caían suavemente pero sin detenerse. El brillo de mis anillos de compromiso y de matrimonio refleja la leve iluminación y me causan demasiado dolor en este momento, entonces como una cobarde escondo mi adolorida mano en las mantas.

No voy a soportar esta mierda nunca Anastasia.

Resuena una y otra vez en mi cabeza aquel grito molesto que había pegado en medio de la tan absurda discusión. Ahora me parecía estúpido que todo surgiera por una broma de nuestra preciosa hija.

Estaba asustada, pensé que estaba embarazada, pero ya lo confirmé y solo fue una falsa alarma.

Había dicho Phoebe en la cena. Me había reído porque así recordaba que había pasado con Ted, pero Christian lo tomo todo para mal. Incluso nuestro hijo trató de tranquilizarle diciendo que eran cosas que sucedían, que en algún momento debería entender que Phoebe ya no tenía un año y que era toda una señorita de dieciséis, pero aquello solo lo hizo empeorar.

No tiene edad para esas mierdas, nunca me digan una jodida broma como esa. NUNCA.

Reconozco que no había sido un día bueno, pero no pensé que luego sujetara del brazo a Pho de aquella forma y la obligara a dejar de cenar. Aquello simplemente me enfureció. ¿Cómo se atrevía a levantarle la mano a mi hija? Y luego todo se vino abajo.

No te atrevas a tocar a mis hijos Christian.

Había gritado por primera vez en mucho tiempo. Entonces vi en sus ojos esa chispa de dominante que solo la notaba en nuestros encuentros en el cuarto rojo, y supe que el Christian dominante no se había ido, que después de veinte años seguía aún presente como en los días previos a conocernos y eso era una amenaza para mis hijos. Entonces me gritó y contesté tantas cosas horribles que destruían nuestros corazones.

Eres un monstruo, nunca más vuelvas a acercarte a mis hijos, porque no voy a responder si te veo tan solo a metros de ellos.

Y luego hice algo estúpido. Lo abofeteé en frente de ellos, Taylor y Gail, quienes habían venido por los gritos que seguramente se escuchaban en toda la casa. Sentí mas lagrimas caer y acaricié mi mano hinchada, la que ahora aprisionaba mis anillos causándome mucho daño.

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⏰ Última actualización: Aug 22, 2016 ⏰

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