Prólogo

113 7 4
                                    

Desde pequeña siempre había soñado con convertirme en una enfermera ejemplar, pero nunca pensé que ese gran sueño pudiera hacerse realidad al encontrarme rodeada de personas tan viles como mi padre.

De hecho, él en un principio no se comportaba egoístamente, sino que solía sentarme en sus rodillas para luego susurrar en mi oído: "mi pequeño angelito".

Pero todo cambió el día en que su gran ángel, mi madre, nos abandonó tras ser consumida por una incurable enfermedad llamada difteria, el 3 de septiembre de 1930.

A partir de ese momento, cada aspecto de mi vida, por pequeño que fuese, dio un giro radical, dejando a una niña de 12 años consumiéndose de dolor por dentro.

Aprendí a sufrir en silencio, ya que mi padre no me permitía llorar ni nombrar el nombre de mi difunta madre.

Hoy, 25 de agosto de 1941 cumplo 23 años y haciéndose mi sueño realidad, me dirijo a Estados Unidos, más concretamente a Hawái, dónde trabajaré como enfermera.

Quedaos conmigo queridos lectores, porque esta historia no ha hecho más que comenzar...

Pearl HarborDonde viven las historias. Descúbrelo ahora