Capítulo 3

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Querido Diario:

Ya han pasado dos semanas desde que comencé a ejercer como enfermera y desde que las manos de mi padre quedaron grabadas en mi rostro por tres días.

¿Resentida? Para nada, las acciones frecuentes se acaban convirtiendo en costumbre.

Cada día que pasa es una lección aprendida en el hospital del ejército.

Soy.....¿como dijo aquella enfermera? Ah si, "extremadamente torpe y despistada, pero nada que no se pueda enmendar con paciencia y dedicación".

Mi preocupación por no conseguir llevarme bien con mis compañeras se ha disipado. Son unas jóvenes risueñas y extrovertidas que no esperan un segundo para interrogarte si te han visualizado atendiendo a algún marine atractivo.

Mi relación es mucho más fuerte con cinco de ellas, Beth, Skeeter, Celia, Rose y Ashley.

Siempre nos mantenemos cerca las unas con las otras por si necesitamos ayuda, porque si algo tenemos en común es el temor a los aterradores gritos de la señora Agatha, una de las enfermeras jefe.

Cierro mi preciado diario y me dedico a contemplar como mis amigas charlan entre ellas a cerca de sus ex parejas.

-Cuéntanos Helen, ¿alguna ex relación tóxica en tu vida?- cuestiona Celia mientras mueve las cejas de arriba a bajo.

Las demás giran sus cabezas hacía mi con intriga en cuanto escuchan mi nombre.

-Mmmm, en realidad no....- contesto un poco avergonzada.

-¿Y alguna que no fuera tóxica?- prosigue Ashley con entusiasmo.

Me quedo divagando por unos instantes y caigo en la cuenta de que nunca he mantenido una relación con nadie, sin contar a George, por supuesto, un joven hijo de uno de los amigos de mi padre que se dedicaba a subirme el vestido cuando éramos niños y que acabó por ser un completo imbécil cuando descubrí que salía con dos chicas más a parte de mi.

Yo tenía tan solo dieciocho años, por lo que cuando me enteré de su infidelidad me dediqué a llorar por todos los rincones de la casa en vez de propinarle un par de bofetadas bien merecidas.

-Ni tóxicas ni sanas- contesto con una diminuta sonrisa dejándolas con la boca abierta.

-¡Eso es imposible!- exclama Beth incrédula- ¡una chica tan hermosa como tú ha debido de tener miles de pretendientes!

-De hecho....no, nunca ha sido una de mis mayores preocupaciones- susurro observando cómo un hombre alto y fornido entra en la habitación cargando a un joven malherido.

De repente, todas nos ponemos en pie esperando órdenes de Agatha.

El hombre....o, ¿debería llamarlo también joven? recuesta al herido en una de las camillas y se pone de nuevo en pie dejándonos observar su impoluto uniforme de general.

Súbitamente entra Agatha en la sala y tras comprobar la gravedad de la herida exclama con autoridad:

-¡Celia, trae gasas de la segunda planta! ¡Ashley, trae agua oxigenada de la sala anterior! ¡Beth y Skeeter, ir a avisar al señor Mason! ¡Rose, trae sábanas y ropa limpia! ¡Helen, permanece conmigo y entrégame todo lo que te pida! ¿Entendido?

Asentimos todas en silencio y corremos a llevar a cabo nuestra tarea.

-¿Qué ha ocurrido general?- cuestiona Agatha mientras examina el brazo del joven detenidamente.

-La bala de un principiante ha rozado su brazo izquierdo- contesta el general con voz grave e imponente.

Miro de reojo su aspecto y me encuentro con un rostro angelical pero una mirada fría como el hielo.

Es extremadamente alto, musculoso y de un rubio platino. Sus ojos son como dos zafiros, pero impenetrables e impasibles.

-¡Helen!- grita Agatha agitando sus manos de un lado al otro- acércame unas pinzas del segundo cajón de aquel armario, ¡y mantente concentrada por el amor de dios!

Asiento avergonzada caminando hacía el armario sintiendo la mirada de todos en mi espalda.

Le aproximo las pinzas y me las arrebata de las manos con agresividad.

-Ya puedes retirarte- habla Agatha mientras extrae fragmentos de bala del brazo del chico.

-De acuerdo- susurro tímidamente caminando hacía la salida.

Decido no alejarme demasiado de la sala por si Agatha vuelve a necesitar de mis servicios.

Aprovecho la situación y me centro en volver a observar al general más detenidamente sin ser cazada.

-Es el general David- exclama una joven enfermera mientras dobla y ordena algunas toallas- de una belleza inconcebible pero de una severidad desconcertante.

-¿Porqué ocupa el cargo de general siendo tan joven?- cuestiono mientras lo analizo de los pies a la cabeza.

-Su padre es uno de los secretarios del presidente Roosevelt, es un chico con suerte, definitivamente- suspira mientras observa la cantidad de trabajo que le queda aún por llevar a cabo.

Asiento en silencio.

-No malgastes tu tiempo en él, te lo aseguro, es una pérdida de tiempo- prosigue mirándolo al igual que yo- dicen que se acuesta con las mujeres más ricas del país y coquetea con las hijas de éstas.

-Tampoco pensaba hacerlo...- susurro retirando mi mirada de él y mentalizándome del insignificante interés que podría tener un hombre de su calaña en mi. 

****************

Hellooo!! No sé si alguien estará leyendo la novela pero de todas formas deciros que un Brad Pitt joven hace el papel del general David.

Únicamente os lo tenéis que imaginar con uniforme!

Gracias, un beso :)


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⏰ Última actualización: Sep 02, 2016 ⏰

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