Pasan las semanas y yo sin ti

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-Paso por ti a las ocho en punto –aviso mi padre.

-Claro, si recuerdas donde vive mi tía ¿verdad? –inquirí entre una risa.

-Si ya te lo había dicho –dijo este.

-De acuerdo, adiós –reí.

-Adiós –finalizo.

Había pasado una semana desde que encontré la nota de Austin en el libro, mi padre tendría una cena muy importante en Los Ángeles y me invito, ¿Cómo decir que no?. Conduje mi auto hasta el centro comercial, tendría que buscar algo elegante, no podía ir con mis garras de siempre. Elegancia siempre elegancia, solía decir mi madre cuando se trataba de cosas de negocios.

-¿Algo en lo que le pueda ayudar señorita? –se refería a mi la chica rubia.

-Si, busco un vestido –respondí a la chica, vaya que en esa tienda atendía con rapidez.

-¿Qué tipo de evento será? Así podre decirte que tipo de vestido podría usar –dijo ella caminando por un pasillo.

-Una cena del trabajo de mi padre –masculle irónica.

-De acuerdo, por aquí por favor –dijo ella indicándome el camino.

La chica se dirigió hasta el área de vestidos, mostrándome varios pero ninguno que fuera de mi gusto, quería buscar por mi cuenta así que la rubia me dejo escoger a mi, había muchos, pero muchos vestidos, al final de la fila de la multitud de vestidos mire uno que me quito el aliento y sonreí satisfecha al verlo, completamente blanco, un poco mas arriba de la rodilla, suelto, perfecto para la ocasión.

Me mire al espejo y parecía que había sido hecho para mi, como si el vestido me hubiese estado esperando, que ironía. Pague con la tarjeta dorada, y me dirigí a una de las mejores zapaterías de L.A eran demasiados los zapatos, pero solo unos captaron mi atención, unos zapatos altos, que dejaban casi al descubierto todo mi pie por excepción de donde lograba sostenerlos a mi, en fin perfectos para el vestido, una bolsa en donde solo pudiera llevar lo necesario y listo.

Me mire al espejo con el vestido y los zapatos puestos, ahora solo faltaba hacer mi cabello y el maquillaje, un peinado con el cabello completamente agarrado lo hacia ver lindo, pero odiaba como me veía con el cabello agarrado, así que solo lo deje suelto con un poco de onda dejandolo caer por encima de los hombros, siempre me funcionaba. Mis parpados pintados de un negro difundido, mis pestañas realmente rizadas, un tono natural en las mejillas y lápiz labial nude.

Mi papá y Trisha se miraban muy elegantes, y toda la gente presente, nos sentamos en una mesa que tenia ‘Fam. Morrison’. Nos sirvieron una copa de vino, tinto para mí, miraba bailar a una pareja mayor, se miraban tan tiernos, luego pensé que después de tantos años el amor si puede permanecer, es solo cuestión de las personas. John saludo a alguien mirando por encima de mi cabeza, y voltee enseguida ¡Tenia que ser una broma! Sara con su familia.

-John, buenas noches –saludo el padre de Sara.

-Buenas noches –farfullo mi papá poniéndose en pie y saludándolo.

-Hola linda –le dijo Trisha a Sara al sentir su mano en su hombro.

-Hola Trisha buenas noches –menciono la madre de Sara.

-Hola señora guapa –dijo Trisha con una sonrisa.

-Adelante siéntense, siéntense –los animo mi papá a sentarse.

-Tu debes ser la hija de John –dijo el señor castaño.

-Si, mucho gusto señor…

-Nicholas Edwards –aclaro extendiéndome su mano.

Mi HermanastroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora