Las crónicas de una criminal

19 de Febrero de 1979

Querido diario:
Hoy el día ha estado bastante calmado en comparación con otros.
Esta mañana me desperté en el callejón donde duermo siempre que la policía no va tras mi búsqueda, aunque esta noche si me estaban buscando ya que robé un coche que estaba en frente del centro comercial. Por gracia o por desgracia el coche se quedó sin gasolina y tuve que salir corriendo hasta que perdí de vista el coche patrulla. Pero esos ilusos con placa se quedaron registrando el coche para encontrar pruebas, así yo tuve tiempo para escapar.
Ya estaba cerca del callejón y de pronto vi a lo lejos a alguien que se acercaba a mi lentamente y decía:
-Perdone, ¿me puede sacar una foto?. Verá yo soy de Inglaterra y he venido a Nueva York de vacaciones.
Era un señor con traje y corbata. Me fijé y llevaba la cartera al descubierto.
-Por supuesto - conteste tras ver que era una oportunidad perfecta para robarle la cartera y la cámara de fotos sin que se diera cuenta.
Cuando iba a darme la cámara de fotos hice como que me resbalaba y me choqué contra él, puse la mano en su bolsillo, y le robé la cartera sin que se diera cuenta. Me dio la cámara, conté hasta tres y salí corriendo. Luego cogí el dinero de la cartera. Tenía 80 dólares. Los cogí, tiré la cartera a la basura, me colgué la cámara en el cuello y fui al supermercado ya que se acercaba la hora de comer.
Una vez llegué al supermercado robé comida para toda la semana. Casi me pillan, pero conecté la alarma de incendios y me fui.
Aparecí en un pequeño descampado que tenía una casa en ruinas y me quedé allí a descansar hasta la noche que me fui al callejón donde me esperaba Hans, un drogadicto que duerme a mi lado, para que le diera algo de cenar. Él siempre me ayuda a robar y vender las cosas que robo, o a matar a los policías que van tras mi búsqueda a cambio de droga, comida y agua. Espero que mañana no me pille la policía.  Ya te contaré.

                                                          Hanna