21 de Febrero de 1979

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Querido diario:
Hoy ha sido un día muy malo.
Esta mañana me desperté en la casa en ruinas. Estuve un rato planeando cómo entrar en la cárcel para rescatar a Hans sin que me reconocieran. Después de un rato pensando me levanté y fui a un centro comercial que estaba cerca del descampado. Entré y había un guardia de seguridad. Éste se acercaba a mi, saqué la pistola que llevaba en el bolsillo, apunté y disparé. Me libré del guardia, pero todo el centro comercial me estaba mirando. Cogí un abrigo y unos pantalones de la tienda y me fui corriendo.
Cuando salí del centro comercial me puse los pantalones y el abrigo y fui a ver si encontraba una peluca, pero se me ocurrió una idea mejor.
Iba caminando y una mujer iba delante mía. Llevaba unas gafas en el bolsillo. Se las iba a robar pero no me hizo falta ya que se le cayeron. Las cogí y seguí caminando.
Entre en una especie de antro y le pedí a un señor que había detrás de la barra unas tijeras y me fui al baño.
Empecé a cortarme el pelo hasta dejármelo tan corto como un chico.
Cuanto más me cortaba el pelo, más estaba segura de que los policías no me iban a reconocer.
Fui a la cárcel a ver a Hans. Los policías me dejaron entrar pero no dejaban de ponerme el ojo encima. Hans y yo estábamos planeando su huída pero un policía me reconoció. Salí corriendo pero cerraron todas las puertas de la cárcel. Estaba atrapada. Me intenté esconder pero no sabía dónde.
Un policía me pilló y me llevó a comisaría. Decidieron ponerme entre rejas hasta mañana que tendría el juicio. Ahora no sólo tengo que sacar a Hans de la cárcel, si no que también tengo que idear un plan para huír yo.
Espero que mañana salga todo bien y salir cuanto antes de la cárcel. Ya te contaré...

Hanna

Las crónicas de una criminalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora