Mi voz

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Akane estaba anonada, tratando de comprender lo que acababa de pasar, pero a su cabeza no llegaba ninguna explicación. Al principio pensó lo peor, lo bueno fue que Ranma no tardó ni dos segundos en soltar un suspiro y una linda sonrisa se dibujó en su rostro. Era un hecho que el joven se encontraba completamente dormido.

Trató de despertarlo de varias formas, primero de la manera más convencional y las otras un poco más bruscas y salvajes. Un mazo estaba al pie de la cama. Ranma no despertaba con nada.

La joven se acomodó un mechón de su cabello tras la oreja. Miró a Ranma detalladamente. Sereno, lindo y esa dulce sonrisa lo hacía ver muy guapo.

—Ranma —dijo en un pequeño suspiro.

Se sentó al lado de su prometido y le tomó la mano.

—No sé qué te pasó, pero sea lo que sea, lo voy averiguar y te voy a despertar —prometió acariciando suavemente la mano del muchacho.

A pesar de que Ranma estaba en un profundo sueño, no dejaba de ponerla nerviosa. El chico de la trenza estaba en su habitación, durmiendo en su cama. ¿Qué pasaría si uno de la familia entrara? ¡De las cosas que dirían!

Suspiró hondo, esperaría a que el resto de la familia se durmiera, sacaría a Ranma de su cuarto, lo llevaría a donde duerme su tío Genma, total, el señor ni cuenta se daría, y nadie se daría cuenta de ello.

Grande fue su sorpresa que al intentar levantar a Ranma no pudo, fue como si el muchacho se hubiera quedado pegado a la cama y esta al suelo.

Era sumamente extraño, podía mover los brazos, las piernas, la cabeza del chico, pero no levantarlo completamente.

Tomó un descanso, atrajo la silla para sentarse frente a Ranma. Lo vio ampliar más su sonrisa y soltar un pequeño suspiro. Le pareció de lo más tierno. Akane sonrió para así, qué tal si Ranma estaba soñando algo muy bonito. Se sonrojó al pensar que tal vez, su prometido estuviera soñando con ella. Sonrió tímida, empezando a juguetear con sus dedos ante la imagen que se formaba en su imaginación. Ranma y ella, contemplando el atardecer a la orilla de la playa, los dos muy juntitos, tomándose de la mano, se miraron por un momento a los ojos, notándose un brillo especial en ellos y poco a poco, acercándose mientras cerraban los ojos en el proceso.

Akane dio un respingo sobre la silla, con el calor invadiéndole la cara. Sonrió como tonta.

Tomó la mano de Ranma para hacer un nuevo intento, sus manos quedaron en perfecta sincronía, el dedo herido estaba pegado a su dedo con la pequeña cortada.

Akane dejó de ver su habitación al ser deslumbrada por una potente luz que la dejó ciega momentáneamente.

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Se encontraba en el camino que siempre tomaba para ir a la preparatoria. Estaba vacío a pesar de ser de mañana. Escuchó unas voces que la obligaron a esconderse tras la barda.

Eran risas.

Se asomó discretamente para corroborar esa gran risa.

Ranma caminaba en la orilla de la malla, comiendo un helado de 15 bolas enormes de diversos sabores, se notaba muy feliz por ese hecho además de que lo iba comiendo como hombre.

«Y yo pensando babosadas» se reprendió la joven de cabellos azules al ver la causa de la felicidad de su prometido. Soltó un suspiro debido a la molestia que sintió, pero su corazón dio un vuelco repentinamente.

—Ranma.

Su voz que no salió de su boca.

»Continuará...

Sleep ManDonde viven las historias. Descúbrelo ahora