Nerve:Un Juego sin reglas

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-¿Jugar otra vez? Debes de estar loco Ian,-

-Lo sé.-Hay una sonrisa en su rostro de nuevo, pero esta vez es triste. Casi nostálgico. -Pero hermosa, no hay de otra, t-tenemos que jugar  -

-Claro, y mira cómo resultó eso la primera vez-coge mi mano, envolviéndola en la suya.

-Te conocí-, dice, con una esquina de su boca girando hacia arriba. -Eso no fue tan malo, ¿no?-

Gire mis ojos logrando golpear su hombro . -¡Casi mueres! ¡Dos veces y...!-

-Sí, pero sigo con vida,-Ian señala, forzando una sonrisa en sus labios. Es lo que hace cada vez que le vuelven los recuerdos: una grulla alta, un viento fuerte, un grito aterrorizado. Un disparo. La gota en el estómago cuando pensó que había perdido a Vee. Por lo general, sonriendo a través de ella funciona. -Así que llamo a eso una victoria,además hablaremos con Tommy y lo resolveremos por una vez por todas.-

Mire a mis pies por un momento, -No puedo hacerlo, no arriesgaré lo que tengo Ian , no otra vez,- tome fuerte sus brazos.

Ian se agacha la cabeza. -De verdad no quieres que lo haga?-

La expresión de Vee se suaviza. Cuando ella contesta, su voz es tranquila. "No..."

Ian le aprieta la mano, y cuando ella vuelve su rostro hacia el suyo, sus labios están allí para coger la suyos de inmediato.

"Ian", susurra cuando se separan, apoyando su frente contra la suya. -Dejamos atrás ese tiempo y no quiero volver a vivirlo . Ahora somos diferentes, mejores. Me gusta quiénes  somos esta vez. Me gusta quién soy a tu alrededor y no puedo perderte.  -

-Y no lo aras. Como también yo no permitiré que te lastimen.Tampoco quiero perderte Vee. -

El teléfono de Vee sonó logrando que ambos saltaran ligeramente. Ella vaciló antes de agarrar su teléfono. El mensaje era de Nerve, pidiéndole que ingresara su identificación.  Miró por última vez a Ian con esperanza habitando en sus ojos,mientras que el chico asentía la cabeza. Apretó el pulgar al teléfono y se registró e Ian izo lo mismo.

-Bienvenidos _Ian_ y Vee_99 , ¿Están listos para su primer desafío?- la voz computarizada estallo por la bocina del celular.

Era su última oportunidad de retroceder. Antes de que pudiera pensarlo más, rápidamente pulsó el botón de aceptar.