Capítulo Único

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"Ya son tres años...desde que el pozo se selló".

Kagome caminaba al templo, hoy se cumplían tres años desde que la perla había desaparecido. Los primeros meses iba todos los días, y se metía en él, obviamente sin éxito alguno.

Llegó al templo y Sota la miró, estaba en la puerta del templo.

-¿Sota?

-Hermana, el pozo ha...-el chico no terminó la oración, cuando pudo darse cuenta Kagome ya estaba ahí, mirando el fondo del pozo.

-Imposible...

-Kagome.

-Mamá...el pozo...

-Lo sé- Naomi sonrió, la decisión de su hija ya estaba tomada- ¿Qué harás, Kagome?

-Yo...- "Quiero ir, Kaede, Rin, Kohaku, Koga, Sango, Miroku, Ayame, Shippo, Kirara, Inuyasha y..."

-Kagome- escuchó una voz masculina y creyó que era su abuelo, o Sota.

-Yo...

-Kagome- aquella voz sonó más fuerte, más imponente, más fría, más como él.

Al percatarse de esto, la chica volteó sorprendida.

Frente a ella estaba él, con su largo y perfecto cabello platinado, cayendo en su espalda cuidadosamente, las marcas de su rostro que hacían notar lo poderoso que era y sus ojos. Esos fríos ojos ambar.

Para Kagome era como una ilusión, era demasiado perfecto para ser real.

-Sesshomaru...-maldición, incluso su nombre la hacía temblar.

-¿Te vas?

La chica miró el pozo, extrañaba a sus amigos; pero, por esta ocasión se permitiría ser egoísta.

-No, no iré.

Sesshomaru se acercó a ella, mirándola fijamente.

-Kagome.

La chica sonrió, como hace mucho no hacía-Sesshomaru.

El demonio la tomó por la cintura y la besó, liberando todos los sentimientos que había guardado por quinientos años.

No hicieron falta las palabras. Ambos lo sabían, sus sentimientos eran correspondidos.

Al separarse pudieron notar que el pozo se había cerrado nuevamente.

Kagome abrazó a Sesshomaru, y comenzó a llorar como hace mucho no lo hacía, no era tristeza, era felicidad, había perdido las esperanzas de verlo de nuevo, y ahora estaba ahí con ella.

-Kagome.

La chica se separó de el, y le sonrió, el daiyoukai no pudo hacer más que mostrarle una ligera sonrisa.

Naomi miraba esto sonriendo, su valiente hija, la que casi moría incontables veces, la que había sufrido por el amor del hanyou y la miko muerta, y aquella que había sacrificado su futuro en su mundo por una perla. Merecía ser feliz, y a pesar de que no conocia a esa persona, sabía que el lo lograría.

Ambos, azul y ámbar volvieron a encontrarse.

Sesshomaru no la perdería de nuevo.

Fin.

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