2: Bromas de hombres.

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Aviso 1: Se me olvidó decirles que el nombre de los capítulos también cambiará.

Aviso 2: Por favor, no quiero sonar exigente pero me sería de gran ayuda que dejaran su estrellita antes de proseguir con el próximo capítulo.

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"No hay chicas inocentes, solo chicas malas que no han sido descubiertas ".

Los amigos de mi hermano pueden llegar a ser muy extraños. En estos momentos hablaban sobre algo que no lograba entender del todo bien, por lo que me limitaba a comer e ignorarlos.

— ..es por eso que yo recomiendo que usen preservativos, chicos. Para evitar quedar enlazados a una cualquiera — decía mi hermano con naturalidad.

A pesar de que no entendía de qué hablaban Calum parecía saber a la perfección de qué iba el tema y eso causaba cierta intriga en mí.

— Calum, ¿de qué hablan?

Tan pronto dije eso todos se callaron instantáneamente y miraron a mi hermano con los ojos casi fuera de órbita. ¿Acaso dije algo mal?

— Ah... nosotros... como decirlo... nosotros hablamos sobre, sobre, sobre... sobre como debemos preservar nuestras costumbres — explicó con un notorio nerviosismo.

— Eso no es malo — musité arrugando la nariz.

— No, no lo es — confirmó Kendrick.

— ¿Y por qué Calum está nervioso? — pregunté tímidamente.

— No estoy nervioso, Catalina, es solo que no sabía como explicarte — farfulló sonriéndome.

Asentí comprendiendo y le devolví la sonrisa.

— Tu hermana es muy tierna, Calum — comentó Ryder.

Lo miré sintiéndome incómoda y volví mi vista a lo que quedaba de la ensalada.

— Así que Catalina es tu nombre — habló una gruesa voz que, extrañamente, erizó mi piel.

Alcé mi vista y busqué al propietario de la voz.

— ¿Qué? — formulé en voz baja sintiendo los vellos de la piel aún erizados.

— Nada — habló la misma voz, solo que esta vez descubrí de quien era. Se trataba de Aiden y sus orbes profundas.

Le dediqué una pequeña sonrisa y terminé de comer lo que quedaba de la ensalada. Por consiguiente tomé el agua de la botella y me puse en pie dudosa.

— ¿Dónde desecho esto? — le pregunté a Calum en voz baja.

— Solo déjala allí, las cocineras se encargan de eso — respondió entornando los ojos.

Fruncí el ceño disgustada y dejé la bandeja en la mesa nuevamente.

— Iré a mi habitación — dije antes de encaminarme a la salida de la cafetería.

Estaba desilusionada de mi hermano, él no solía ser así de arrogante. Era como si dejara de ser él frente a sus amigos y las demás personas.

— ¡Catalina! — gritó la voz de Damian antes de que sintiese una mano agarrando mi brazo.

Me detuve asustada y me volví contemplando el rostro de Damian.

¿Cómo logró alcanzarme tan rápido?

— ¿Qué ocurre? — pregunté sintiendo una leve oleada de nervios.

— Calum quiere que te acompañe hasta tu habitación — explicó mirando a la nada.

Calamidad [en edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora