Me encuentro en una zona escarpada. Lo primero que veo son enormes bloques de concreto que creo que se encuentran por todas partes; sin embargo, a mis espaldas, observo columnas de altos árboles, anunciando lo que aparenta ser un bosque.
Es de noche, hay una enorme luna llena, y las estrellas se niegan a brillar más ante la espesa neblina que se comienza a formar en este lugar.
— ¿Hola? —pregunto. Mi voz hace eco.
Las hierbas a mis pies están enredadas y el piso no es del todo uniforme. Las suelas de mis botas se están maltratando a causa de la tierra.
Estoy cerca de hablar de nuevo, cuando detecto sonidos que vienen de algún lugar cercano.
Se escuchan como si fueran tintineos.
Si Killer estuviese aquí, diría que se escuchan como si unos duendecitos estuvieran charlando en un idioma extraño.
Dirijo mi mirada hacia el horizonte. Es extraño, pero veo que algunos de los bloques tienen puntos negros...
Oh, cielos. No son puntos negros.
Son cucarachas. Millones de ellas.
¡CUCARACHAS! Brama mi cerebro, como si estuviese dándome una patada desde su ubicación. Mi cabeza da vueltas; mi cuerpo se siente demasiado tenso.
Bajo la mirada. Las desgraciadas están reptando por los bloques y se están acercando.
Pego a la carrera. Corro lo más rápido que puedo, porque sé que ellas son más lentas que yo. En este terreno irregular, correr es muy difícil, pero pongo todas mis fuerzas para hacerlo. No puedo permitir que me toquen.
En mi carrera, llego al bosque y mi corrida se complica aún más, pues el terreno se encuentra invadido por las raíces de los árboles y debo saltar todo el tiempo si quiero evitar una caída.
No puedo voltear. Sé que si las veo, gritaré como una histérica, me desplomaré y las cucarachas me tocarán. Entonces, estaré perdida.
Veo a la distancia un gran árbol con amplias ramas. Tengo que escalarlo, pienso. La altura hará que las vea menos. No sé en qué más ayudará ello, pero no tengo otra alternativa.
Trepo el árbol, agradeciendo ser alta y tener largas piernas. Mi mano se sujeta en una pequeña rama y la otra lo hace en una más larga. Hago eso con las ramas que siguen, mientras mis pies se ajustan a las ramas que voy dejando. Mi ropa se va haciendo jirones, e intento ignorar el dolor que me causan las cortaduras de las ramitas.
Cuando estoy a mitad de camino, miro hacia abajo. No puedo verlas, y me siento aliviada. Siento que poco a poco mi respiración se va haciendo normal, hasta que de repente vuelvo a escuchar el tintineo.
Siento una cosquillita en mi antebrazo izquierdo.
Ladeo mi cabeza como robot y miro.
El enorme hueco que una de las ramas filosas hizo en mi casaca me muestra unas pequeñas antenas que se mueven de forma diabólica.
Las malnacidas saben volar.
Grito con todas mis fuerzas mientras agito mis brazos para que la cucaracha se largue de mi brazo. Al hacerlo, mis piernas pierden el equilibrio. Siento el aire recorrer por todo mi cuerpo; la brisa cerca a mi lado izquierdo me empuja hacia abajo.
Estoy cayendo.
Vuelvo a escuchar los tintineos, y sé que significa que las cucarachas están cada vez más cerca de mí. Cierro los ojos.
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La Transferida
FanfictionTres años antes de Divergente, antes de que Erudición ejecutara las matanzas ya conocidas para apoderarse de la información que Abnegación planeaba revelar, antes de que Beatrice Prior supiese acerca de su divergencia y en el inminente peligro en...