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Era una noche terriblemente oscura en la ciudad de San Francisco, la humedad se palpaba en el viento, cada calle adquiría un aire sombrío a la luz de la luna.
Me encontraba sentado en las escaleras que se extendían hacia abajo de mi edificio, con los pies colgando por el vació que los barrotes dejaban entre sí.
Cansado de aquella incómoda posición en la que me encontraba, me dispuse a entrar nuevamente a mi cuarto cerrando la ventana tras de mí, el reloj digital sobre mi pared indicaba la 1:37 de la madrugada, pero asombrosamente no tenía ningún indicio de cansancio, me dirigí hacia el baño que se encontraba al otro lado de la habitación, al entrar pude contemplarme en un gran espejo sobre el lavabo, recargue mis palmas sobre el cristal que sostenía aquel objeto y giré la mirada por el umbral de la puerta, en esos cuantos segundos logré contemplar una sombra que posaba por fuera de la ventana, la cual desapareció en la penumbra al tratar de enfocarla, no le di mayor importancia y volví la vista al espejo, ante mí se encontraba un rostro con una mandíbula cuadrada y unos ojos grisáceos que eran seguidos por grandes ojeras formadas por falta de sueño, los labios eran gruesos y de un tono rosado, seguidos por una nariz perfecta, el cabello era de un café claro que resaltaba con la tonalidad grisácea de mi vista. Enseguida enjuague mi cara con agua tibia, y la seque posteriormente con una toalla que se hallaba colgando de un gancho, repase con sutileza mi rostro, palpando con aquella tela cada sección de mi cara, para finalmente lanzarla por los aires y dejar que cayera en cualquier loza del suelo.
Atravesé el marco de la puerta para dirigirme a mi cama y tratar de reconciliar el sueño, este llego deprisa, más de lo que esperaba y solo deje mis párpados caer.
~una voz con tres distintos tonos resonaba detrás de mí, susurrando en un lenguaje irreconocible para mis oídos, me encontraba rodeado por oscuridad absoluta, concentrando mi vista apenas podía visualizar el contorno de mi brazo, la voz se intensificaba con cada segundo que pasaba, como si se estuviera acercando rápidamente a mi, hasta que se apago por completo, a los pocos segundos volvió a aparecer, pero esta vez más fuerte puesto que la oía por todas direcciones, cada palabra de aquel extraño lenguaje era como un martillazo en mi cráneo, después de unas cuantas palabras más, por fin distinguí una voz masculina áspera y grave, que hablaba la misma lengua que yo, de repente en mi campo visual apareció un ser con forma humana, pero que poseía unos largos cuernos negros y unas alas de cuervo, su piel contenía una gran variedad de tatuajes que se movían como insectos, al dirigir su mirada hacia mi, unas claras palabras llegaron "tu muerte aguarda con paciencia, Grimm ".

GRIMM.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora