Abrí los ojos bruscamente al despertarme. Un par de segundos y volví a cerrarlos porque noté cansancio, me pesaban los párpados. Lentamente, los abrí de nuevo y comencé a mirar hacia los lados para ver el lugar. ¿Dónde estoy? Un segundo bastó para saber que no reconocía el cuarto de baño donde me encontraba y que estaba tirada en el piso de madera de la ducha.
Escuchaba el repiqueteo de agua de forma algo lejana, un segundo después fui consciente del agua que me caía sobre los pies. Hice el intento de levantarme y noté un fuerte dolor en la cabeza que me hizo cerrar los ojos, me llevé la mano a la frente donde notaba fuertes punzadas. Poco a poco, me fui moviendo hasta quedar sentada en el piso y entonces me vi un cardenal en el hombro izquierdo.
Respiré profundamente para terminar de levantarme y cerré el grifo, luego salí de la ducha y agarré un albornoz. Los espejos estaban empañados, pero me puse frente a uno y con la mano quité el vapor. Me quedé unos segundos mirándome a los ojos fijamente buscando algo en mi mente, algún dato...pero estaba vacía. No recordaba nada sobre mí. Empecé a hacerme preguntas en mi cabeza pero no tenía respuestas para ninguna.
Aparté la vista de mis ojos para centrarme en la herida que tenía en la frente, normal que notase fuertes punzadas... ¡tremendo golpazo tenía! Era un corte encima de la ceja derecha con una pinta horrible y tenía sangre cuajada que me llegaba hasta la barbilla.
El cuarto de baño daba a un dormitorio, el cual me quedé mirando mientras me anudaba bien el albornoz. Caminé hasta la ventana y miré hacia fuera...al igual que el cuarto, tampoco recordaba esa calle con árboles donde estaba anocheciendo.
Comencé a mirar más detenidamente la habitación y mi mirada se detuvo en un porta retratos que estaba en una de las mesitas de noche, lo tomé y me quedé mirándolo sorprendida. En la foto salía yo con un morocho, abrazados. No tuve tiempo de fijarme bien en el hombre porque escuché una puerta cerrarse en otro punto de la casa. Di un pequeño bote del susto y me quedé paralizada durante un segundo, luego dejé el marco en la mesita de nuevo y tomé del piso un zapato. Si, señores...me iba a defender con un zapato, pero no había nada más amenazante a la vista.
A los pocos segundos (que se me hicieron eternos), un tipo morocho vestido con ropa deportiva entró en la habitación y no pudo dar ni tres pasos en la habitación porque alcé sobre mi cabeza el zapato y se lo tiré con todas mis fuerzas. Él reaccionó justo a tiempo y el zapato terminó estrellándose contra la pared.
-¡¿Qué hacés, te volviste loca?!-Me gritó con cara de sorpresa pero yo no lo escuchaba porque ya estaba lanzándole por los aires una revista.
-¿Quién sos?-Le pregunté alzando la voz mientras la revista le daba contra el hombro.
-¿Qué?-Me preguntó como si le hubieses hablando en chino, pero le cambió la cara completamente mientras me preguntaba en otro tono-¿Qué te pasó en la frente?
Se empezó a acercar a mí y comencé a tomar cojines de la cama y a tirárselos cual metralleta mientras le gritaba-¡¡No te acerqués a mí, alejate!!
-¡¡Pará, pará, pará!!-Me decía mientras esquivaba los cojines-¡¿Te podés tranquilizar un poco?!-Dejé de bombardearle y me di cuenta que era el mismo pibe de la foto de antes, el que me abrazaba-¿Me podés explicar qué carajo pasa? Porque te juro no entiendo nada y me estás asustando, Clara-Lo miré a los ojos cuando me llamó así. En su mirada pude ver confusión y sobre todo preocupación, esto me hizo tranquilizarme un poco.
-No...no sé, yo...no sé cómo me golpeé, no lo recuerdo...no recuerdo nada-Respondí confusa y algo asustada. Él se quedó mirándome sin entender nada, parecía estar analizando la situación en su cabeza.
-Dejame ver la herida-Dijo finalmente acercándose de nuevo, yo instintivamente di un paso hacia atrás y el levantó un poco las manos-No te voy a hacer nada-Pude notar cierto dolor en sus ojos al decir esas palabras. Puso una mano en mi barbilla para que no me moviese y con la otra apartó de la herida mi pelo, sentí un escalofrío cuando me tocó.
Por primera vez me fijé bien en él. Tenía el pelo corto, ojos marrones pero con un toque miel, boca carnosa y tenía una de esas mandíbulas marcadas. Además era más alto que yo, pues tenía que alzar mi mirada para ver sus ojos y él sin problema estaba chequeando la herida de mi frente.
Cerré los ojos con una mueca de dolor cuando tocó el corte y respiré profundamente, entonces lo noté: su olor. No sabría explicar bien a qué olía porque era una mezcla, pero aquel olor tan lindo me resultaba familiar.
-¿Quién sos?-Le volví a preguntar mirándole a los ojos. Él bajó su mirada para encontrarse con la mía y noté de nuevo esa confusión en sus ojos.
-Ulises-Me respondió pero, como imaginaba, no sonó ninguna campanita en mi cabeza al escuchar su nombre. Lo miré alzando las cejas esperando una explicación mejor de quién era-Tu marido-Me quedé sin mover ni una pestaña al escuchar eso, él caminó hacia el otro lado de la habitación mientras yo seguía mirando al frente. ¿Cómo es posible que no recuerde absolutamente nada, que no reconozca ni a mi marido?
Me senté en el borde de la cama haciéndome preguntas mientras escuchaba a Ulises hablando por teléfono con alguien, pero no atendí a la conversación. Al minuto, se sentó a mi lado y posó una mano en mi rostro para que lo mirase.
-¿Estás bien?-Me encogí un poco de hombros con los ojos vidriosos porque, la verdad, no tenía ni idea de cómo me encontraba ahora mismo-Viene de camino Héctor para verte, ¿ok? Es médico, no te preocupés-Me sonrió levemente y asentí con la cabeza-Contame qué pasó, qué recordás-Solté un suspiro desviando la mirada.
-Solo que...me desperté tirada en el piso de la ducha con un dolor horrible de cabeza...pero no recuerdo nada más-Le conté negando con la cabeza.
-¿No recordás nada...de nada?-Me preguntó algo angustiado.
-No recuerdo ni cómo me llamo-Le respondí con una sonrisa triste, él se apresuró a responderme.
-Clara...te llamás Clara. Cambiate de ropa que Héctor llegará pronto, te espero fuera-Se levantó de la cama y salió de la habitación algo rápido cerrando la puerta.
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Recuerdos
RomanceDicen que la vida te puede cambiar por completo en un segundo. Nadie puede asegurarte que tu día va a ser como habías pensado cuando te despiertas cada mañana...que la gente que está a tu lado seguirá ahí, que por mucho que no lo parezca a los ojos...