Bajo los faroles

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Cálidos colores ardían en el horizonte como el caprichoso impulso de un pintor reprimid, firmes líneas de rojo anaranjado abrazaban las tímidas estrellas que vacilaban en aparecer y aquellos faroles, altos e imponentes sobre las aceras de Fillmore Street.Me miraban como si fuese una vieja actriz que vuelve a su primer escenario antes de ser la estrella del momento. Es casi masoquista la idea de volver a observar el horizonte bajo ese farol, aquel farol que podría ser sólo eso, pero que fue el testigo principal de una morbosa desaparición. Es casi masoquista volver ahí, como si ocultase en secreto las ganas de conocer al monstruo que hizo que Jane Skar, la vieja Jane Skar (porque ya no soy como antes) desapareciera.

Y es cierto que ya no sigo siendo como aquella Jane, amable y tranquila, tímida, torpe y con un gran sentido de la supuesta justicia y paz. No, ahora miro para todos lados antes de entrar y salir de mi apartamento, ya no ayudo a cruzar la calle a ancianos indefensos. Ya no me importa nadie, sólo sobrevivir como tuve que hacer en aquel infierno. Y ahora bajo el testigo principal, observo como los colores del hermoso atardecer manchan el cielo. Mi corazón se hace sentir más de lo habitual y en el fondo el deseo estúpido de que aquel monstruo aparezca de nuevo yace en lo más hondo de mi mente como el pecado capital de un sacerdote rezando bajo su esperanza crucificada.

Ahora las estrellas intentan brillar más que los faroles y doy media vuelta y me voy. Las tiendas de grandes ventanales dejan la acera iluminada mientras camino hacia mi apartamento. Subo los escalones y paso la tarjeta de identificación y con gran esfuerzo consigo abrir la pesada puerta de entrada y paso. Aquella rutina resultaba desesperante.Abro la puerta de mi apartamento y el olor a soledad me da la bienvenida, veo el correo esparcido en el suelo y lo recojo. Cuentas, más cuentas. Una invitación a un cumpleaños para el que estaré enferma y más correo del que no tengo ganas de saber.

En la contestadora tengo dos mensajes nuevos, presiono el botón para oírlos.El primer mensaje era de Amanda diciendo que necesitaba un par de semanas más antes de volver a la Boutique.La contestadora dió sus opciones


La contestadora dio sus opciones.

-Presione 1 para volver a escuchar, presione 2 para borrar, presione 3 para...

Pero presione inmediatamente el número dos. Y ahora el otro mensaje se reproduce y mientras escucho la voz de la secretaría del oficial Marck me voy quitando los zapatos.

-Buenas tardes, hablo de la oficina de policías. El detective Mack quiere que venga mañana para un nuevo interrogatorio. Por favor venga a las 16:00. Muchas gracias.

La voz de la contestadora me da una vez más las opciones pero esta vez sin esperar presione el número dos.Mi día no mejoró con ese mensaje así que me quito el abrigo y me voy directo a la ducha, me desnudo y luego dejo que el agua hirviendo purifique mi piel. Y mientras hago todo eso un miedo irracional por cerrar los ojos me recorre enteramente, lo ignoro, paso mis manos masajeando mi cuero cabelludo y una maldita gota de shampoo me irrita los ojos. Mejor los cierro, me digo a mi misma intentando no pensar en ese miedo tonto, los cierro y luego la oscuridad me envuelve pero se que todo estará bien si aún siento el agua sobre mi espalda que ahora está cayendo sobre mi cabeza. Está bien, aún soy consciente, está bien. Me siento adormecida, debe de ser el trabajo, el correo, las caminatas, el monstruo. No...No pienses en Él. Me adormezco cada vez más, enjuago mi cabello y paso mis dedos en una suave caricia.

-¿Donde estoy?

-No lo sabemos.

-¿Quienes? ¿Qué ocurre?

-Creo que ya puedes quitarte la venda.

Y así lo hice. La luz me me deslumbró y me frote los ojos. Mire a mi alrededor, estaba encerrada en una especie de cubo de vidrio gigante y frente a mí e incluso a mis lados había más cubos y dentro de ellos personas. Personas mirándome.

-¿Que-e es esto?-Susurro mirándolos a todos.

-No lo sabemos, no sabemos porqué estamos aquí ni en dónde estamos.-Respondió una niña de cabello castaño y piel blanca.

-Si quieres respuestas niña, será mejor que tomes asiento como todos aquí.-Esa vez un anciano habló, estaba sentando en una esquina en un cubo frente al mío. Los mire a todos, parecían exhaustos y casi todos estaban sentados, así que yo lentamente me deslicé por el vidrio hasta caer al suelo frío. Nos miramos unos instantes ¿Qué era aquello? Tenía la sensación de que yo no debía de estar ahí.

-¿Cómo te llamas?- Pelo oscuro, mirada triste.- Soy Amber.

-Jane..-Amber, desde mi derecha asintió y intentó darme una sonrisa de ánimo pero le salio mas una mueca.-¿Y tu?

-Margo-La niña miraba hacia arriba esperando quizá que una puerta se abriese.

-!Pero que bonito! Si, vamos a presentarnos todos, porque eso es más esencial que saber como rayos saldremos de aquí.

-El es Alex, no le hagas caso, parece estar demasiado ansioso por salir. Aunque todos lo estamos pero él lleva aquí demasiado tiempo.

-Entonces ¿Cómo es que aún no sabes como salir?-Pregunte agradecida por única vez, del cubo que me encerraba porque Alex dio una patada a su propia celda y soltó una gran variedad de improperios.

Silencio, eso fue lo que quedó luego de aquel último insulto.

-Entonces, Jane ¿Estás segura de que eso fue real?-Thomas Clark me mira expectante luego de haber formulado tal pregunta, mientras que el oficial Marck observa mi antigua declaración. La habitación en la que me interrogan parece ser la misma en la que me interrogaron aquella vez, las mismas preguntas, mismas miradas y para su mala suerte al parecer, mismas respuestas.

-Si, creo que ya le he dicho todo. ¿Por qué me preguntan exactamente lo mismo?- Marck y Thomas se miran como cómplices incómodos.

-Mira Jane, entiendo que esto puede resultar molesto pero, necesitamos que nos cuentes nuevamente lo que sucedió.

Los observé, como si no bastara haber tenido que contarles lo sucedido una vez, también quieren que reviva el dolor nuevamente. Todo debía ser una broma, pero no.

Memorias de Jane SkarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora