Fragmentos de vidrios rotos

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Caminaba por Fillmore Stret cuando me detuve un segundo para observar el atardecer bajo un farol. Los colores me saludaban como si supiesen lo que iba a suceder.-¿Jane Skar? pregunto una voz masculina, me gire sobre mis pequeños pies y lo vi, asentí y en el fondo sabía que algo no iba bien, el me sonrió de una forma amable y el tiempo paso demasiado rápido o yo fui demasiado lenta como para reaccionar, cubrió mis ojos y acto seguido sentí como me encerraba en un espacio pequeño. Grite o lo intente, mi cuerpo se sentía adormecido y sentía que me asfixiaba por el poco espacio en el que me encontraba.¡Déjame ir! Por favor!-Pero ninguna de esas palabras salieron de mi boca, se sentía un viaje eterno porque para cuando paramos por fin, el viento frió se colaba por las rendijas de donde me encontraba.

-Ya hemos llegado, querida Jane...-De nuevo su voz me produjo un escalofrío y una familiaridad agonizante.

-Déjame ir, por favor- Pero soltó una risa morbosa y luego sentí como sus manos se aferraban demasiado fuerte a mis pequeños brazos como si temiese que huyera.El viento helado me envolvió hasta que entramos a algún lugar, tenía mi garganta seca y mis palabras parecían haber huido sin mi, caminamos por lo que parecía un estrecho pasillo hasta que oí el tímido chirrido de una puerta y sentí como me empujaba hacia aquella pequeña habitación.

-¿Donde estoy?

-No lo sabemos.

-¿Quienes? ¿Que ocurre?

-Creo que ya puedes quitarte la venda.

La luz me me deslumbró y me frote los ojos. Mire a mi al rededor, estaba encerrada en una especie de cubo de vidrio gigante y frente a mi e incluso a mis lados había mas cubos y dentro de ellos personas. Personas mirándome.

-¿Que-e es esto?-Susurro mirándolos a todos.

-No lo sabemos, no sabemos porque estamos aquí ni en donde estamos.-Respondió una niña de cabello castaño y piel blanca.

-Si quieres respuestas, hija, sera mejor que tomes asiento como todos aquí.-Esa vez un anciano hablo, estaba sentando en una esquina en un cubo frente al mio. Los mire a todos, parecía exhaustos y casi todos estaban sentados, así que yo lentamente me deslice por el vidrio hasta caer al suelo frío. Nos miramos unos instantes ¿Que era aquello? Tenia la sensación de que yo no debía de estar ahí.

-¿Cómo te llamas?- Pelo oscuro, mirada triste.- Soy Amber.

-Jane..-Amber, desde mi derecha asintió y intento darme una sonrisa de animo pero le salio mas una mueca.-¿Y tu?

-Margo-La niña miraba hacia arriba esperando quizá que una puerta se abriese.

-!Pero que bonito! Si, vamos a presentarnos todos, porque eso es mas esencial que saber como rayos saldremos de aquí.

-El es Alex, no le hagas caso, parece estar demasiado ansioso por salir. Aunque todos lo estamos pero el, querida Jane, lleva aquí demasiado tiempo.

-Entonces ¿Como es que aún no sabes como salir?-Pregunte agradecida por única vez, del cubo que me encerraba porque Alex dio una patada a su propia celda y soltó una gran variedad de improperios.

Silencio, eso lo que quedo luego de aquel último insulto.

Y la situación no mejoro mucho con ese silencio quisquilloso, observaba cada vez que podía hacia todos lados, era difícil saber que ocurría. Yo no conocía ni de vista a aquellas personas así que no podía imaginarme porque, de todos los seres humanos, nos había elegido a nosotros, pronto las luces se apagaron dejándonos en una penumbra escalofriante.-¿Qué ocurre?-Susurre a ciegas.

-No te preocupes, querida Jane, pronto tendrás motivos mas importantes para asustarte.

Otra vez, su risa, su voz denotaba aburrimiento pero emoción por lo que sucedería mas adelante.

-Si, Jane que la oscuridad no te asuste, ten miedo de tus miedos porque Él jugara con ellos.-La voz de Alex esta vez no sonó impotente y se notaba que se había calmado, mas bien lo dijo en un susurro aparentemente clandestino, como si Él no le permitiese contar lo que haría.

-¿Cuánto tiempo has estado aquí?

-Mucho, dos años.

-Entonces, sabes que sucede?

-Por el momento si hablo Él me matará.

-No te sientas frustrad , esa respuesta la hemos oído todos.-Philip, el anciano, también susurro clandestinamente.

Eche la cabeza hacia atrás, no sabía dónde estaba ni qué ocurría, aún tenía la imagen de su rostro grabada en los párpados, aún podía visualizar sin mayor esfuerzo su sonrisa amable y sentir el cosquilleo en mi nuca cuando pronunció mi nombre bajo los faroles de Filmore Street. Pero pasaron días de la misma forma, entre silencio y silencio y las luces se prendían y apagaban en un intervalo de tal vez seis horas. Nadie decía nada pero todos sabíamos que la única persona que podría explicarnos era Alex. Alex el que tenía la soga en el cuello para no hablar, Alex al que le sentenciaron ejecución inmediata si hablaba. Alex, el guardián de los secretos de Él Monstruo.

Ya había perdido la cuenta de los días encerrada en aquel tedioso cubo de vidrio, las comidas venían en un horario al azar y lo único que teníamos para protegernos del frió era una manta.Pero nada, ni su risa volvió a resonar como una amenaza omnipresente y comencé a notar el cambio entre todos. Ya no volaba la amabilidad entre nosotros porque quisiéramos o no, estábamos ahí juntos, y el silencio se volvió el amigo individual de cada uno, ya no compartimos miradas de consuelo.

Philip y Amber hablaban de vez en cuando, como si quisieran recordar la poca civilización que hay en ese acto, Alex solo miraba un punto fijo de su cárcel llena de recuerdos amargos, y aquel chico, al que parecía importarle poco simpatizar con nosotros.

"Ten miedo de tus miedos porqué  él jugará con ellos"

Aquellas palabras resonaban en mi como una advertencia, mis miedos, ¿Cuales miedos? Me dedique en los días siguientes a pensar en ello, no podría reconocer mis miedos aunque quisiera. Pero el problema ya no eran mis miedos, sino que el silencio me adormecía y me envolvía en recuerdos inconsistentes y ya no veía el pálido y demacrado rostro de Philip, sino que veía a mi hermano correr a mi lado, ya no sentía la respiración de Amber sino los gritos de mi padre.

-¿Es que no entiendes?- El sollozo de mi madre traspasó las paredes del armario donde me escondía con mi hermano, y se sintió otro golpe de lleno en el rostro de mi madre. Y mi padre y sus gritos y luego los pasos apresurados y sollozos incontenibles.

-!No! A ellos no, Robert, déjalos! Ellos no entienden, son niños, por favor!

Pero mi padre abrió la puerta del armario y corrió la ropa y nos encontró, las lágrimas dejaban un sendero invisible en mi rostro y sentía como mi hermano, a mi lado, dejo de abrazarme para abalanzarse sobre él y como mi madre lloraba.

Click

La luz se apago otra vez y ya nadie se asustaba, oí el sollozo de Amber y los improperios de Alex, la tos de Philip y la silenciosa canción de cuna de Margo. Pero la oscuridad me permitió ver sin ver, el pálido rostro de mi madre en su propio funeral. El consuelo nunca se me hizo tan hipócrita como aquella vez, familiares discutiendo por quien se iba a quedar con la Boutique y por otro lado preguntas sobre cómo había ocurrido aquella desgracia.

-Se cayó de las escaleras.-Dijo mi padre entre falsos sollozos.-No pudimos hacer nada, estaba ebria...fue mi culpa, yo debí haberla ayudado!

Claro que había sido su culpa pero por haberla matado a golpes. A mi lado mi hermano agarraba con fuerza la mano marchita de mamá como si eso la pudiese devolver, pero no. Ella no volvió y nosotros nunca fuimos a nuestra casa, terminamos en un orfanato y luego separados.

¿Miedos? Mi único miedo había sido que ella muriese pero luego de eso ya no tuve miedos. Ahora parecía que caminaba sobre fragmentos de vidrios rotos y seguro iba a salir mal.

Risas. De la nada su maldita risa resonó entre todos.

-¿Cuales son sus miedos?

Al terminar de hacer esa pregunta, prendió la luz y por primera vez, un pasillo largo hacia ambos lados con una puerta blanca al final de estos, yacía al final del pasillo.

-Pues, enfrenten sen a ellos y tal vez sobrevivan.

Su risa resonó entre nosotros como aquella amenaza oculta entre las palabras de Alex

Memorias de Jane SkarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora