Ninguna esperanza.

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Iba camino al hospital, era la hora de la visita a mi abuelo.
Llegamos y nos encontrábamos, mis tíos, mis tías, mi abuela y mi mamá.
Yo era la única que seguía con la esperanza en que los doctores dijeran que no iba a morir aún, pero como todas las demás visitas, nos dijeron que no habían mejoras.
Llegue al cuarto en él que se encontraba, y verlo con oxigeno, y ver las máquinas que le tenían conectadas a su cuerpo, me destrozaba, me dolía saber que mi abuelo, él que unos días atrás me estaba cuidando, podía morir en cualquier momento.
Sin embargo, hablé con él, le conté sobre lo que estaba pasando en nuestra familia, le conté sobre las noticias recientes del fútbol, y le dije lo mucho que lo amaba.
Agarre su mano, y fue inevitable no llorar, mis lágrimas caían, y no dejaban de caer.

-¿Él es tú papá? -pregunto una señora que se encontraba cuidando a su hija en la misma habitación
-No, él es mi abuelo. -dije yo con más lágrimas en mis ojos-
-Todos en algún momento vamos a pasar por esto, y sé que te duele, pero debemos ser fuertes. -ella me abrazó, y yo llore sobre aquella desconocida- soy Marta, mucho gusto.
-Mi nombre es Nicole.
-Bueno, te dejo para que sigas hablándole a tu abuelito.
-Esta bien, muchas gracias.

Veía como los latidos del corazón de mi abuelo eran cada vez mas lentos, como le costaba mas respirar, y como ya no podía moverse, y eso me hacia llorar cada vez más.
Se iba a terminar la visita, y mi tío Alonso, y su esposa Gabriela, me estaban esperando afuera, así que bese la mano de mi abuelo, y sentí como el la tenía sujetada a mi, fue la sensación mas linda de todas.
Salí de la habitación y abrace muy fuerte a mi tío Alonso, el limpio mis lágrimas, y salimos del hospital juntos.

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