— COMO NO TE LEVANTES AHORA MISMO, TE JURO QUE ESTAMPARE TU BONITA Y ASQUEROSA CARA EN EN LA SARTEN.
Que bonito despertar.
Abrí un ojo y vi a Lili mirándome fijamente con los brazos en jarras.
— Hola- dije con una sonrisa de lado mientras me tapaba con las sábanas.
Lili soltó lo que yo habría llamado un suspiro triple.
— NORA, LEVANTA AHORA MISMO TU ASQUEROSO TRASERO Y METETE EN LA DUCHA.
— Noooooooo -alargue mientras me quitaba, o más bien, me arrancaba, las sábanas de mi cabeza y me pegaba un almohadazo.
Maldita seas, Lilibeth Foster.
— Madura, Nora.
— No quiero madurar, quiero tener cinco años y tener comida para mi sola -proteste mientras me dirigía hacia al baño.
Ella me miró mal antes de salir de la habitación.
Con la cabeza bajo el agua no pude evitar pensar, por milésima vez porque habíamos tenido que mudarnos a Laurier, aquel diminuto pueblo al norte de Canadá, con lo bien que estábamos en Europa.
Me puse una camiseta con la palabra "Glory" por delante y la espalda al descubierto, unos vaqueros rotos y el primer par de botas iguales que encontré y baje a desayunar. Como no, aquello era similar a la tercera guerra mundial.
Lili y Ethan se peleaban por cualquier tontería, Ian le tiraba las tortitas a John, tío Alan hacia un crucigrama, Riley intentaba quitarse la nata del pelo y tía Ellen miraba el escenario como evaluando cual de sus hijos y sobrinos era más estúpido.
— Buenos días.
— Hey, hola - me contestó Riley mientras me pasaba las tortitas, cubiertas misteriosamente con... ¿Pintalabios? -. Solo tienen pintalabios las de arriba.
— ¿Y quien ha echado pintalabios a las tortitas? -pregunté mientras cogía una.
— Seguramente Ian -ambas paramos de comer para mirarle. En efecto, llevaba una barra de pintalabios y parecía estar dandole una cara al jarrón. Ian, Ethan y Lili eran mis primos, mientras que John y Riley eran mis hermanos.
— CHICOS - Se escuchó un golpe en la mesa. Todos nos giramos como un resorte, Ellen tenía un don para la autoridad -. ¿Todo el mundo se sabe la historia?
— Claro que sí, mamá -dijo Ian poniendo voz aguda -. Resulta, director Franklin, que somos seres sobrenaturales con poderes propios, aunque rara vez lo utilizamos. Nos mudamos aquí como fugitivos porque en Cass, nuestro anterior pueblo en Noruega, empezaron a sospechar de nosotros.
Ellen le dirigió una mirada capaz de convertirle en un cubito de hielo, a lo que John puso los ojos en blanco.
— Ya nos sabemos la historia -dijimos Riley, Ethan y yo, todos a la vez.
Ian alzó un dedo y lo blandió como si fuera un arma.
— ¿Soy el único al que eso le ha parecido espeluznante?
— Muy bien, recordad que es mejor que paséis desapercibidos. Que tengáis un buen día en el instituto -dijo tío Alan levantándose e ignorándole por completo.
-------------------
— ¿Sabes que odio más que los niños mimados de pueblo? Las niñas mimadas de pueblo, definitivamente.
— ¿Y sabes que odio yo más que las niñas mimadas de pueblo? Caminar hasta aquí -me contestó Ian.
— Si, necesitamos un auto -coincidí.
— ¿Y para que quieres un coche, si no sabes conducir?
— Eres un aguafiestas. ¡Dejame soñar! - dije mientras me metía en la boca medio bocadillo.
— Yo soy un aguafiestas y tú la persona más retardada que he conocido jamás.
Le mire con la boca abierta de indignación, haciendo que el contenido de esta me cayera por la barbilla.
— Eres un imbécil y te odio más que a nada en este mundo -dije todavía con la boca llena, así que no debió de entender nada.
Él se rió y me revolvió el pelo.
Lili se enfadara cuando me vea tan despeinada.
— Nuevo instituto -dijo mientras hacia un gesto de cabeza hacia este, que ya de veía desde donde estábamos-. Nuevo hogar, nueva comida, nuevos chicos... -dijo mientras me daba un caderazo.
A veces, Ian, me pregunto si eres gay.
— Misma yo -le interrumpí con voz cantarina.
— No. Nueva tú. No quiero que estés de mal humor, que me robes la comida ni que mires mal a la gente.
— Estás obsesionado con la comida.
— ¿Y quién no? Comida es vida, comida es amor.
— Eso díselo a Riley -dije recordando sus batidos bajos en calorías.
Ian se giró y miro a Lili y a mi hermana menor. Se hacían fotos en la entrada del instituto. Nadie podría haber descubierto que venían de una familia donde los asesinatos y el leer la mente eran cosas comunes.
— A veces me gustaría ser un adolescente normal y corriente -comentó.
— Pero ya no lo eres.
Pero que poco tacto tienes, Nora.
Note como se estremecía, seguramente recordando su cambio. El "cambio" era algo tan común como temido para nosotros, los llamados darklight. Al cumplir los dieciocho, elegías un bando. Luz o oscuridad. Lumen o Darken. Se solía decir que los Darken, los del bando de la oscuridad eran en su mayoría villanos, lo cual no era cierto. Había la misma cantidad de villanos en ambos bandos. Ian había optado por la oscuridad y se negaba en rotundo a contarme en que consistía dicho cambio.
— Pronto lo descubrirás -dijo adivinando lo que estaba pensando. Sonó el timbre que indicaba los comienzos de las clases-. Deberíamos entrar y buscar de una maldita vez dónde está secretaria.
Asentí y le hice una seña a Lili y a Riley para que nos siguiera.
Nuevo instituto... Y, para mi desgracia, nuevo hogar. Aunque claro, yo no tenía ni idea de lo que se me venía encima.
ESTÁS LEYENDO
The Black Moon
Science Fiction- No puedo - admití con un leve susurro-. No quiero hacerlo -me corregí, mi voz volvía a ser firme y agradecí que no se me quebrara la voz. - Pero debes hacerlo. Ha llegado el momento de elegir -dijo abrazándome por detrás, como si nada hubiera pasa...