El primer Choque
Mad estaba loco. Todo el mundo lo sabía en cierta manera y por eso le habían dado ese apodo. Y según todo el mundo estaba loco porque, siendo un arquitecto reconocido y con mucho dinero, decidió pasar un par de años entregándose a la fotografía como si de una amante se tratara.
Otra razón por la que todos creían que estaba loco era un poco más simple: era un excéntrico, tenía gustos raros y la verdad era que actuaba como un nene caprichoso. Él sabía que la gente esperaba que fuera normal pero siempre había creído que ser normal era aburrido. Quizás era por eso que, a la edad de dieciséis años, su hermana le diera ese apodo y de golpe todo el mundo comenzara a llamarle así.
Abrió los ojos con el ceño fruncido después de que el maldito teléfono sonara por cuarta vez e interrumpiera su bello sueño. Gruñendo por lo bajo, tanteó en la mesita de luz hasta encontrar su celular.
-¿Aló?
-¡Dios! Que voz de muerto que tienes.
-Ah, Laura querida, ¿podría saber por qué me despiertas a las seis de la mañana?
-Son las ocho y media y no, no lo puedes saber. Tu hermana me pidió que te despertara y te hiciera venir lo más pronto posible por un trabajo de fotógrafía que tiene disponible.
Mad se incorporó sobre la cama tan rápido que le dolió la cabeza a causa de la resaca. No le caía bien la secretaría de su hermana, tan cínica y molesta, pero un trabajo de fotografía valía la pena. En especial, porque su hermana Alexandra tenía su propia marca de ropa y las fotografías que tomaba para ella salían en las mejores revistas del país. Su pasión no era tomar fotos de modelitos escuálidos y andróginos posando con ropa que una persona normal nunca se podría poner, pero si su nombre entraba en las revistas Zipper, Had Life, Zoom y demás podría llegar a hacer trabajos más importantes que fotografiar crios.
- ¿De qué trata el asunto?
-Tienes que llegar a su atelier en una hora, ¿crees que podrás?
-Claro que si, mademoiselle. Nos vemos.
Colgó demasiado pronto como para escuchar su respuesta y salió corriendo hacia el baño para darse la ducha obligada de la mañana.
"¡Un trabajo! ¡Al fin!".
Su hermana seguramente le pediría un descuento, pero valdría la pena si con eso lograba la reputación suficiente para valerse luego por sí solo y no tener que depender de las revistas de moda para ser conocido. Después de todo, los fotógrafos no se dedican sólo a las caras bonitas sino también a plasmar lugares y situaciones reales que transmitan mayores emociones que el típico: "Soy super sexy, compra lo que uso así te verás igual a mí".
Y eso era lo que él quería: plasmar emociones reales en las fotos, incluso aunque fueran tristes. Claro que le encantaba la arquitectura, pero cuando tomaba su Kodak y sacaba una foto de una paloma solitaria en una parada de autobús derruida, se sentía más vivo que construyendo edificios. Se duchó rápidamente, secándose a una velocidad casi extrema y luego de ponerse guapo con una camisa celeste tan claro que pasaba por blanco, su chaqueta de corderoy marrón predilecta, sus mejores vaqueros y su dosis indispensable de "Fuel for Life" de Diesel (su perfume predilecto) decidió que estaba listo para salir a la calle.
En los suburbios de Lieblos, donde residía, había numerosas casas con múltiples formas y tamaños: casas grandes y antiguas como la suya, casas de ricos, casas de gente común, casas de material, prefabricadas, chicas, medianas y algún que otro apartamento al estilo italiano. La acera era mucho más amplia que la carretera, había muchos más árboles, bicicletas y las calles eran muy tranquilas en la mañana, excepto durante las vacaciones de verano que se llenaba de los niños que no se iban de veraneo. Era el típico suburbio que aparecía en todas las películas y tenían casillas de seguridad en todas las esquinas, kioscos y algún que otro almacén familiar. Podía ir a pie hasta el atelier de Alex, pues su casa estaba tan al norte que con veinte minutos de caminata llegaba, pero prefirió usar su Sedan para llegar sin hacer mucho esfuerzo hasta la hermosa tienda que su hermana había construido desde abajo hasta convertirla en un gran imperio. Esa tienda chiccon colores estrafalarios y su cartel rojo y negro que recitaban la palabra "Alchemy" con un extraño símbolo debajo era prácticamente inconfundible.
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Reyno Sin Limites:cuarto Oscuro.
Fanfictioneste es un libro mas bien un fanfic de un anime te envito a leer .