LA SAGA DEL CONTINENTE PERDIDO Acto I "La Criatura en su Brazo"

243 11 6
                                    

La salvaje tierra de Minus, lugar en donde los más fuertes guerreros de las Tierras Antiguas, los "iunis", son entrenados con un único propósito: destruir y conquistar a los "iume", personas casi tan fuertes como ellos, pero no tan deseosos de codicia y poder por lo ajeno. Esta batalla entre culturas existe desde que la primera gota de agua se desprendió de las nubes y besó la tierra, desde que la primera semilla brotó de los suelos y floreció al sol, desde que la razón se volvió sinrazón...

Durante miles y miles de años, los animales del bosque fueron testigos de las masacres que se libraban a campo abierto en las afueras de Ribolem, a orillas del río Blave, punto medio entre las ciudades en donde los guerreros chocaban y blandían los aceros de sus espadas y hachas con manos embriagadas de salvajismo e idiotez. Las criaturas del bosque no podían comprender cómo dos culturas de una inteligencia superior podían masacrarse mutuamente por el solo hecho de expandir sus tierras y apoderarse de lo impropio. Los pájaros lloraban, los peces estremecidos abandonaban su nado y las flores se marchitaban en cada guerra, cientos de vidas se extinguían soltando sus almas en la eternidad de los recuerdos. La madre tierra viajaba en el aire con ojos de tristeza, viendo cómo sus hijos se mataban por una rivalidad absurda, cayendo una vez más en la sin razón humana que alguna vez fue dotada de pensamientos prudentes y sensatos. ¿En qué momento falló nuestro padre? ¿En qué momento el gigante creador de vida se equivocó al elegir sus ingredientes? ¿En qué momento lo perfecto se volvió imperfecto? ¿Cuándo fue que la mano oscura dio su toque de maldad en el ser pensante? ¿En qué tiempos el brillo del oro se volvió más importante que el brillo del alma?

Tantas preguntas surcaban los laberintos de las repuestas que parecían no encontrar una salida a la insensatez de la guerra.

Pero un día, en Blidurim, la hermosa y elegante ciudad de los iume, plagada de reliquias y diamantes divinos provenientes de los lugares más recónditos del mundo, una madre dio a luz a su bebé; los padres quedaron perplejos ante el aspecto del niño. Los iume, seres elegantes, de rostros perfectos, con facciones que parecían obras de arte ante el aspecto salvaje y velludo de los colosales iunis, no aceptarían tal deshonra. La joven pareja fue juzgada y atosigada durante años, el aspecto deforme que tenía Primus en su brazo izquierdo no sería aprobado por ninguno de sus pares, una abominación entre la belleza, qué desgracia para una raza tan armoniosa. El pequeño lucía un cuerpo frágil y delgado, lo único enorme en él era la protuberancia en su brazo, que podía sentir tristeza al ver cómo maltrataban a su portador, el cual apenas sabía caminar.

Maldita sea la ley en la que los buenos tengan que sufrir. A la edad de ocho años, Primus perdió a sus padres, la peste que trajeron algunos de la guerra contagió a sus progenitores llevándoselos para siempre, sacándole al niño lo único bueno que la vida alguna vez le había ofrecido.

Primus fue aislado, separado de los normales, así se llamaban a sí mismos: normales. ¡Que insensatos! El pequeño infante no abandonó la ciudad como debería haberlo hecho, algo dentro de él se negaba a retirarse de aquel lugar. Solo, en la oscuridad de una sociedad que le daba la espalda a cada momento, Primus se volvió casi autista, sólo se comunicaba con la cosa deforme que lo acompañaba a todos lados, con esa masa de carne babosa que se extendía desde su hombro, formando algo similar al cráneo de un lagarto, con ojos de vidrio casi cerrados de color naranja ubicados en ambos parietales y un hocico con largas fosas nasales que se extendían hasta la terminación de su antebrazo. La deformidad parecía tener vida propia. Muchos decían que la criatura en su brazo era una maldición, que debía irse de Blidurim, alejar su mal, llevarse a esa cabeza de reptil venenosa que acarreaba con él la mala suerte de la sangre fría. Pero Primus, a pesar de no ser aceptado, nunca perdió el respeto por los demás, nunca jamás respondió a los insultos de los perversos que lo maldijeron día tras día.

La Saga del Continente Perdido. "La Criatura en su Brazo".Donde viven las historias. Descúbrelo ahora